Empresa busca asesor comercial con experiencia, que tenga entre 22 y 28 años. Mensajes con estos límites de edad predominan en los sitios web que se usan para ofertar empleos. Anuncios con requisitos parecidos aparecen también en las vitrinas de los locales comerciales del sector de la Bahía, en el centro de Guayaquil, así como en los clasificados de los periódicos.

Ruth Mejía, Paulina Vinueza, Miguel Zavala y Aurelio Paredes, todos con más de 50 años, han palpado las dificultades para hallar empleo.

La primera, de 56 años, laboró hasta el año pasado como trabajadora dependiente en una empresa privada. Tras ser liquidada fue a talleres de panadería y pastelería, de los que ofrece la Fundación Sánchez Aguilar en Guayaquil, mientras buscaba otro empleo. “Apliqué, acudí a las amistades y nunca me llamaron, pero tenía un plan B (colocar un restaurante de comida japonesa)”, afirma esta ingeniera de Sistemas.

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Finalmente abrirá su negocio en junio próximo en la ciudadela Miraflores, en el norte de la ciudad. Está a la espera de que la Corporación Financiera Nacional (banca pública) le apruebe un crédito: “He ido a bancos pero me piden requisitos que no cumplo como rol de pagos o si tengo un negocio, presentar los ingresos”, dice.

En el país en la actualidad hay 3’250.598 habitantes mayores de 50 años, según las proyecciones del INEC. Este grupo etario superará a los que tienen menos de 14 años en el 2035 si se repite el nivel de crecimiento de la década del 2010 al 2020.

Los menores de 14 años son ahora 5’019.608 y en dos años habrá 2.797 menos: 5’016.961. Mientras, la población mayor a 50 años aumenta. Pasará en dos años de 3’250.598 a 3’456.994, es decir, 206.396 más.

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Un estudio de la Espae Graduate School of Management de la Escuela Superior Politécnica del Litoral publicado este año indica que Ecuador tiene la tasa más alta de emprendimiento sénior, que incluye a los que tienen 50 años o más.

El informe indica que el 35,1% de ese grupo etario estaba autoempleado en 2016, es decir, había emprendido. El porcentaje mayor desde el 2013 –cuando se empezó a realizar el análisis– se dio en el 2014 cuando el 47,5% de los mayores de 50 años estaba autoempleado. Esta reducción, anota el estudio, responde a que “una menor proporción... se interesó en incursionar en la iniciación de nuevos negocios, quizás porque se percibe que el entorno no es el más propicio”.

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Édgar Izquierdo, catedrático de la Espol y uno de los autores del análisis, señala que las dificultades para encontrar empleo pueden registrarse incluso desde los 40 años. “Mucha de esta gente ya es preparada, tiene experiencia, pero lamentablemente se piensa que hay jóvenes que pueden hacerlo con menor sueldo”, señala.

El estudio, que incluyó entrevista con 36 expertos, argumenta que “los programas y beneficios fiscales no contribuyen a motivar a la gente de 50 años o más a iniciar sus negocios”. Una razón es la falta de apoyo financiero, dice Izquierdo.

Otro de los problemas es la baja calidad de estos emprendimientos, lo que limita los ingresos. De hecho, según el estudio, el 55,5% de las personas que tienen más de 50 años ganan menos de $ 400. El 32,9% tiene ingresos entre $ 401 y $ 800 y el 11,6% obtiene más de $ 800.

Para Aurelio Paredes, el ocaso laboral como asalariado llegó cuando tenía 54 de los 56 años que tiene ahora. Había trabajado primero en varios medios de comunicación privados y luego en una entidad pública en la que lo liquidaron. “Me decían varias veces que no tenía la edad que pretendían. Apliqué en 15 lugares”, sostiene.

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Mientras buscaba vivió del alquiler de su carro como taxi y de los pagos de la liquidación recibidos en partes, indica, hasta que se quedó sin dinero por lo que hace un mes en su perfil de Facebook anunció que vendería comida a domicilio. “Allí surgió un milagro de Dios”, agrega.

Aurelio recibió decenas de mensajes de sus amigos en los que le decían que lo ayudarían para que abra su restaurante. “Yo te pongo la parrilla, otro los platos...”, recuerda. Así abrió el negocio en el Barrio Centenario, en el sur de la ciudad.

Paulina Vinueza y Miguel Zavala acuden, en cambio, al Centro de Emprendimiento e Innovación Guayaquil Emprende de la Municipalidad donde han adquirido destrezas que aplican en sus negocios.

Vinueza, de 51 años, laboró en el sector público como asalariada hasta que tuvo su primer hijo. Luego vinieron dos más. Ella sacrificó su historial laboral para ser madre, indica. Sin embargo, decidió retornar autoempleándose en su negocio de venta de sal condimentada para sazonar carnes.

Para ella lo importante es aliarse con los más jóvenes que pueden conseguir con mayor facilidad un crédito. En su caso son su hijo y otro socio, pero no faltan las dificultades. “Los costos son bastante altos para comenzar cualquier emprendimiento, uno paga lo mismo de lo que paga cualquier empresa grande o mediana”, dice. “Es un error grandísimo no contratar a los más adultos. Ellos ya no tienen los niños pequeños que muchas veces obligan a salir corriendo del trabajo”, agrega.

Miguel Zavala, de 59 años, por su parte, menciona que emprendió por necesidad y pensando en la oportunidad de mejorar. Él salió del sector público en 2011 cuando se unió al negocio iniciado por su esposa ahora fallecida. “La idea es no decaer”, recomienda al pensar en estos últimos años en los que ha vivido de Habichuelas, un restaurante que ofrece el servicio de catering.

El director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Guayaquil, Juan Díaz Granados, asegura que las empresas sí contratan personal experimentado, pero que se necesita más libertad de contratación para incluir a jóvenes y séniors en el mercado laboral. “Hay que darles todas las opciones de contratación a las personas... Habrá personas (en un trabajo con un sueldo regular) que son más conservadoras y preferirán una liquidación, pero habrá otras que les gusta más la libertad, que quieran que se les ponga objetivos, trabajar desde su casa y conseguir sueldos más altos, pero no liquidación”, dice.

Además, indica que los trabajadores no deben temer a nuevas modalidades de contrato. “Hay un Código de Trabajo que tiene las reglas del juego, a esta normativa hay que agregarle más formas de contratar y que especifique claramente sanciones para que sea más fácil incorporar personas al mercado laboral”, sostiene. (I)