Son zonas agrícolas, ganaderas, pesqueras. El alimento está sembrado en sus tierras o lo sacan del mar. Sin embargo, en las provincias de Chimborazo, Bolívar y Santa Elena están los más altos índices de desnutrición infantil del país: 48,8%, 40,8% y 37,3%, respectivamente.

La desnutrición es un estado patológico que el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) define como resultante de una dieta deficiente en uno o varios nutrientes esenciales o de una mala asimilación de los alimentos y que en el país explica el 35% de las muertes en menores de 5 años, según el informe ‘Proyecto Emblemático Acción Nutrición 2015-2017’, de julio de 2014.

En la publicación del Ministerio Coordinador de Desarrollo Social (MCDS) –que lidera los programas en la materia– se advierte que uno de los problemas más preocupantes en este grupo de la población es la desnutrición crónica, entendida como el retraso del crecimiento que se evidencia en el escaso progreso de peso y talla que se espera para esa edad.

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Es la definición de desnutrición crónica que Unicef usa para describir a uno de los tres tipos de desnutrición, no obstante, especialistas consultados dicen que se trata de un concepto más amplio. “Si usted solo se va a los indicadores antropométricos (talla, peso, grasa corporal, musculatura), es un buen diagnóstico, pero no son los únicos que se consideran”, aclara Ludwig Álvarez, nutricionista del hospital de niños León Becerra, en Guayaquil.

Gabriela Peré, jefa de Nutrición del hospital de niños Roberto Gilbert, también de Guayaquil, señala que aparte del peso y talla, se revisan exámenes de laboratorio, el número de infecciones que ha sufrido el niño en el año o las veces que ha sido hospitalizado (lo que se asocia al estado inmunológico).

Saber cuántos niños sufren de desnutrición en Ecuador depende de qué datos se revisen. Desde el Gobierno se ha asegurado que la desnutrición crónica disminuyó 8,2 puntos entre el 2004 y el 2012 al pasar de 33,5% a 25,3%, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 2014, elaborada a base de datos del 2012. Pero la de Condiciones de Vida 2014 del INEC refleja otra realidad. Esta evidencia una reducción de 1,5 puntos del 2006 al 2014, es decir, de 25,8% a 23,9%.

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El pasado 27 de julio, el MCDS, el Ministerio de Salud Pública (MSP) y el de Inclusión Económica y Social (MIES) firmaron el acuerdo interministerial para la Reducción Acelerada de la Desnutrición Crónica Infantil, la tercera iniciativa del régimen encaminada a lograr este objetivo.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) define al hambre como sinónimo de desnutrición crónica. En su Mapa del Hambre 2015, la FAO evalúa la meta del hambre de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, es decir, los progresos hechos por los países hasta el 2015 en reducir a la mitad la proporción de personas que sufren desnutrición o reducir esta proporción por debajo del 5%. Ecuador, según la FAO, no ha alcanzado esta meta.

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En una entrevista con este Diario en junio pasado, Sandra Naranjo, secretaria nacional de Planificación y Desarrollo, reconoció que no ha habido una variación en las tasas de desnutrición en Ecuador y lo justifica: “La desnutrición es un problema complejo en el sentido de que tiene varias aristas. Uno de los ejes que hemos visto muy importante, y no solamente nosotros sino los estudios internacionales, es la inversión en agua potable y alcantarillado. Si bien ha habido programas ambiciosos de crédito, varios de los municipios han hecho un mayor esfuerzo, no se ve una repercusión de eso en cuanto a las áreas de desnutrición...”, señaló Naranjo.

Lo atribuyó a cosas que, dice, no las puede controlar el Estado. “Un eje muy importante es el comportamiento de la madre entonces, por ejemplo, se han hecho campañas para incrementar la lactancia materna porque el solo hecho de que la madre le dé a su hijo de lactar durante los primeros seis meses tiene un impacto en desnutrición tan alto, pero eso no siempre se logra. Entonces estamos haciendo un estudio mucho más profundo que lo lidera el Ministerio Coordinador de Desarrollo Social porque sí nos llama la atención que no existe variación en las tasas...”, afirmó.

A criterio de Francisco Andino, miembro del Foro Permanente de la Salud y exministro del ramo, la prevalencia del problema responde a que el MSP no es el ministerio que lidera el abordaje de este problema, sino el MCDS. “No estamos viendo la desnutrición como un problema de salud pública, sino más bien como un problema social”, cuestiona.

Para Unicef, el problema en Ecuador no es la falta de disponibilidad de alimentos, sino una inequidad en el acceso a una alimentación adecuada, algo que responde a factores educativos y factores económicos.

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Son los casos de “Lidia” y “Santiago”. Lidia tiene casi dos años y hasta hace cinco meses frecuentemente le daba diarrea. “Laura”, su madre, de 37 años y quien vive en Cuatro Esquinas (en Chimborazo), dice que Lidia nació de siete meses y una semana (prematura) y que por esto “es bien chiquita” para su edad.

 

En el hospital provincial General Docente Riobamba, donde dio a luz a su última hija, no le han diagnosticado desnutrición. “Allá llevo mensualmente, pero allá me dijo que estaba normal, por lo que es prematura es que está el peso bajo y es un poco pequeña, eso me dijeron”, cuenta Laura.

En cambio, en un subcentro de salud del MSP le indicaron que tenía bajas las defensas y que la niña estaba desnutrida. Laura no entiende mucho del tema, solo intenta seguir las indicaciones que le han dado los médicos en cuanto a la alimentación que debe recibir Lidia para restablecerse.

También le dieron directrices acerca de cómo lavar los alimentos. Esto, porque de acuerdo a Unicef, la desnutrición también puede ser ocasionada por no contar con agua potable ni saneamiento o tener prácticas deficientes de cuidado e higiene, causas en las que convergen factores como la pobreza, la desigualdad o una escasa educación de las madres. “Me indicaron las frutas tiene que lavar con agua hervida”, recalca y reconoce que antes no lo hacía.

Este tipo de prácticas lo confirma una doctora del subcentro de San Andrés (que acude el primer miércoles de cada mes a Cuatro Esquinas porque allí no tienen centro de salud). Ella, quien prefiere no ser identificada, expresa que, por ejemplo, no hierven el agua y que hay falta de participación para enfrentar este problema. Dice que han hecho convocatorias por medio de la directiva de la comunidad a talleres de alimentación nutritiva, pero la asistencia ha sido mínima. “La comunidad quedó mal, no convocaron, las personas no vienen...”, añade.

Además, dice que no les gusta hacerse controles médicos y que aunque tienen a su disposición alimentos como harina de haba, máchica, panela, quinua o zambo, lo que hacen es venderlos y para alimentar a los niños optan por fideos y hasta por comida chatarra. “Lo que hay que hacer con ellos es la educación…”, opina.

Álvarez concuerda. “Son temas netamente de educación”, sostiene. Pero en Santa Elena el caso de Santiago da cuenta de que el problema también pasa por la falta de ingresos.

Los padres prefieren gastar su dinero en alimentar a sus animales que en sus mismos hijos. Prefieren comprarle una funda de cachitos, una cola o un bolo.Servidora de salud, en Bolívar

En el barrio Paraíso de la parroquia José Luis Tamayo viven Gloria, de 36 años, y sus siete hijos. Santiago es el menor, de 1 año y diez meses, y Gloria dice que su estatura y peso no son adecuados o los que los médicos esperan que tenga. La situación económica que viven le impide darle una mejor alimentación a sus niños. “Cuando hay para desayunar, se come, si no al bebe sí le hago una colada y el seno que aún toma”, señala.

Pero quien en cambio puede hacer mucho con poco es el Estado, sobre todo considerando que este problema radica en la falta de educación nutricional que brinda, dice Peré. “No es falta de presupuesto, porque para poder dar educación nutricional comprenderá que no necesitamos grandes cantidades de dinero, sino alguien preparado que quiera ir y enseñar a cada uno de esos papás cómo debe alimentar a su niño, y así poder prevenir la desnutrición...”, advierte. (I)

Desnutrición
En Ecuador

Falta de prevención
Según el Ministerio Coordinador de Desarrollo Social, la desnutrición crónica es el doble en los niños que nacieron en la casa o los hijos de madres que no recibieron controles de salud prenatales o asesoría nutricional.

Por etnia
La prevalencia en niños indígenas es del 42,3%, casi el doble que en mestizos (24,1%).

Condición socioeconómica
La prevalencia es mayor en niños pobres y pobres extremos (31,3% y 45,5%). Sin embargo, el 47% de las niñas y niños desnutridos no son pobres.