El segundo Cónclave de 1978 fue provocado por la repentina muerte del papa Juan Pablo I, a los treinta y tres días de su elección. El había sucedido a Pablo VI y se esperaba de él algunos años de pontificado. Su muerte fue impactante para los católicos y en particular para los cardenales que tenían la responsabilidad de elegir a su sucesor, apenas un mes después de haberlo designado. El Cónclave empezó el 14 de octubre y terminó dos días después, cuando tras 8 escrutinios los cardenales eligieron a Karol Wojtyla, arzobispo de Cracovia, quien tomó el nombre de Juan Pablo II.

Ninguno de los que ensayaban predecir el resultado de la elección acertó. Había sucedido lo inesperado. El elegido era el primer papa no italiano después de 455 años y era el primero de los países eslavos. El nuevo papa fue, también, el primero en saltarse la tradición, al salir al balcón, a saludar a los fieles que esperaban en la Plaza de San Pedro, les habló directamente en tono coloquial, lo que no había sucedido antes. Este gesto fue recibido con aplausos y gritos de conformidad.

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Tuvo uno de los más largos pontificados. Fue el primer papa que visitó nuestro país.

17 de octubre de 1978

Llamará Juan Pablo II

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Cardenal polaco fue elegido Papa

CIUDAD DEL VATICANO, (UPI).- Los príncipes de la Iglesia dejaron de lado siglos de tradición y eligieron al Cardenal polaco Karol Wojtyla como 264° pontífice del catolicismo, el único proveniente de una nación comunista y el primero no italiano en 455 años.

El nuevo Pontífice escogió el nombre de Juan Pablo II, en homenaje a su fallecido predecesor y como aparente indicación de que se propone seguir su línea pastoral, apenas esbozada, como nuevo líder espiritual de 700 millones de católicos en todo el mundo.

Los 111 Cardenales recluidos en el Cónclave realizado en la Capilla Sixtina efectuaron 8 votaciones en un periodo de 32 horas y 48 minutos hasta elegir al arzobispo de Cracovia, de 59 años de edad, como nuevo Pontífice supremo de La Iglesia.

Sorpresa total
La elección de Monseñor Wojtyla resultó una sorpresa total aún para los expertos en cuestiones eclesiásticas y llenó de asombro a más de 300.000 personas que se habían congregado en la plaza de San Pedro, cuando se hizo el anuncio al caer la noche y mientras una enorme luna llena se levantaba en el cielo romano.