Anis se rehusaba a ir a la mezquita los viernes y se alistaba a esperar un año para iniciar sus estudios universitarios en la rama de fisioterapia. Pero en ese tiempo, que su madre le dijo que lo aproveche trabajando, la personalidad de este hijo de migrantes marroquíes que creció en el barrio de Molenbeck de Bruselas, en la capital belga, dio un giro radical.