La cabellera de David Luiz, el centrocampista de la selección brasileña, estaba más encrespada que de costumbre y la sonrisa de júbilo que tuvo un partido atrás era ahora una mueca triste bañada en lágrimas. Fue el 8 de julio. La Verdeamarela fue derrotada 7 a 1 por Alemania en la semifinal del Mundial de Fútbol que Brasil había organizado con la oferta de coronarse campeón por sexta vez en su historia.