En dos semanas llegará a Ecuador MaKenzie Franklin, una deportista de 28 años de Minnesota que en 2020 perdió una pierna (por encima de la rodilla) tras un accidente de motocicleta, y que tres años después está entrenando para ser parte del equipo femenino de voleibol sentado de Estados Unidos que compita en los Juegos Paralímpicos de París de 2024.
También es una entusiasta de los deportes en general que se ha enganchado a la causa de recaudar fondos para que pacientes en Ecuador reciban una prótesis de alta calidad. A fines de este mes estará en la provincia de Pichincha para escalar el monte Cayambe, como parte de la iniciativa Climb, de Range of Motion Project. Es posible donar a partir de $ 5 en el sitio web Give.RompGlobal.org/fundraiser/4624841.
MaKenzie suele referirse a sí misma como una atleta adaptativa. Es entrenadora de voleibol femenino en un instituto, técnica veterinaria y agente inmobiliaria. Ha pasado los últimos meses alternando entre el entrenamiento preolímpico, sus actividades familiares y sociales y escalar alturas en su país en preparación para enfrentarse al Cayambe.
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Algo que la sorprende es que ha logrado hacerlo con su pierna protésica, cuando antes escalar no era lo suyo, porque apenas si lo lograba. “Tenía dos piernas y salud, y las daba por sentado. Nunca, después de perder mi extremidad, he vuelto a hacer eso, y sí que está dando resultado”.
En entrevista con este Diario, MaKenzie recuerda que antes del accidente no era muy aficionada a la escalada (prefería el básquet, el motocross y el voleibol convencional), pero desde entonces empezó a amar más la caminata y todo lo relacionado. En enero de este año fue aceptada en el equipo olímpico estadounidense de voleibol sentado, y han calificado a París, pero solo doce competidoras podrán asistir a los juegos en agosto próximo. Recién en julio sabrá si ella está en ese cuadro. La división femenina de esta disciplina fue introducida en 2004, y Estados Unidos ha obtenido la medalla de oro en las dos últimas Olimpiadas, en Río 2016 y en Tokio 2020.
Adaptarse a ser una persona amputada es un proceso continuo para MaKenzie. Obtuvo su primera prótesis tres meses después del accidente. Y en tres meses más empezó su entrenamiento de voleibol sentado, en cuanto supo que este existía. “Tengo que ver cómo entrar al equipo de Estados Unidos, que es el número uno del mundo”, pensó. Se considera “aventurera y loca”, pero suficientemente disciplinada para formar parte de un equipo, así que buscó contactos que la llevaron hasta Oklahoma, donde pasó ocho meses en el programa de entrenamiento hasta ser aceptada oficialmente.
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Rehabilitación exitosa: la importancia de una actitud positiva
El médico de MaKenzie es el doctor Brandon Yuan, traumatólogo ortopédico de la Clínica Mayo en Rochester. Y es uno de sus mayores fanes. “Mi consejo para ella es que se mantenga activa, que haga lo que le gusta y que siga esforzándose”, comenta él. “Una de las principales razones por las que los cirujanos ortopédicos traumatólogos hacemos lo que hacemos es conseguir que los pacientes vuelvan a realizar las actividades que les gustan. MaKenzie tiene una actitud increíblemente positiva, y es fantástico que haya seguido esforzándose y no haya dejado que su lesión la frene en absoluto”.
La lesión de MaKenzie ocurrió el 13 de septiembre de 2020. Ella estaba haciendo motocross con su novio en Wisconsin, a solo diez minutos de su casa. Ese mismo día comenzó el tratamiento con Yuan y con muchos otros miembros del equipo de traumatología. Se centraron en salvarle la vida y en prevenir infecciones, así como en la estabilización inicial de la pierna.
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“Cuando uno pasa por algo tan dramático, es importante tener a alguien que sea muy humano; el doctor Yuan me escuchó durante todo el proceso, confió en lo que yo decía y sentía, y decidió lo que sería mejor para mi futuro”, reconoce MaKenzie. “Él sabía que yo era atleta y me dijo que iba a hacer todo lo posible para salvar mi pierna, pero que creía que amputarla era la mejor opción”.
Actualmente, MaKenzie tiene varios tipos de prótesis, explica Yuan, incluidas unas muy avanzadas que almacenan energía y pueden ayudar a reproducir el movimiento de la rodilla y mejorar su función para actividades de alto nivel, como correr o montar en motocross.
“La principal diferencia es la actitud positiva de MaKenzie, su mentalidad de crecimiento y su negativa a decir: ‘No puedo’. Hay muchos pacientes con lesiones y discapacidades similares a las suyas —comenta el médico—, pero no todos recuperan un nivel tan alto de funcionalidad. La diferencia es su determinación, su actitud y el apoyo positivo de su familia”.
El especialista añade que el proceso de rehabilitación consta de varias fases y dura varios meses. Los primeros tres constituyen la fase de curación. Después de eso, MaKenzie empezó a acudir a las primeras citas para que le ajustaran la prótesis y la rehabilitación para volver a entrenar su cuerpo a caminar con la prótesis. Durante los últimos tres años ha mejorado continuamente su función gracias al ejercicio intenso.
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“Vuelvo a ver a MaKenzie aproximadamente una vez al año, para hablar de cómo está su extremidad, si ha tenido algún cambio en su actividad o en el uso de la prótesis y si hay algo que podamos hacer para mejorar su función”. ¿Qué espera el doctor Yuan para ella en los Paralímpicos 2024? “El oro, por supuesto. Espero que esté lo bastante bien como para contribuir positivamente a su equipo, entablar relaciones significativas con sus compañeros de equipo y competidores, y seguir siendo un ejemplo del poder que tienen la determinación y una actitud positiva”.
En cuanto a su sistema de soporte, MaKenzie nombra a sus padres y hermanos, su prometido Devon y la familia de él y sus amigos. “Ellos han sido mi terapia; nunca han cuestionado lo que hago. Muchos sucesos antes del accidente me fortalecieron y me han permitido manejar esto”.
¿Una persona con suerte o una que se esfuerza? “Yo creo que ambas”, responde MaKenzie. “La suerte vino el día del accidente: mi novio y yo pudimos sortear los obstáculos; pero hay que esforzarse para todo lo que uno quiere. No todo pasa con suerte, pero un poquito de ella ayuda”.
Entre los próximos desafíos están, además de ir a los Paralímpicos del 2024 y subir al Cayambe enfrentándose a la altura, llegar a los juegos de 2028, que serán en Estados Unidos, y casarse. “Compartir mi historia y ayudar a alguien que pase por esto a entender que puede salir fortalecido, ser mejor y aprovechar al máximo su vida”.
Mientras esté en Ecuador, hasta principios de octubre, MaKenzie visitará la clínica que Range of Motion tiene en el país, para evaluar a las personas que recibirán los fondos, y otras muchas actividades deportivas y turísticas que no logra enumerar. “Yo me dejo llevar y vivo el momento”. (I)