Desde el año pasado, la Fundación Crisfe ha alineado todos sus proyectos y acciones al eje educativo, “porque lo que realmente transforma vidas y realidades es la educación”, enfatiza Diana Castellanos, jefa de Bienestar de la entidad no financiera del corporativo Banco Pichincha.
Este trabajo se hace en dos vías: alianzas estratégicas con colegios aliados y con organizaciones dedicadas a la atención de niños, niñas y adolescentes, con quienes se potencia el trabajo educativo; y a través de su red de colegios propios, que actualmente son cuatro (dos en Quito, uno en Pedernales y uno en Guayaquil), pero que hasta 2035 pretende llegar a 60 a nivel nacional. Además, tiene un proyecto de apoyo a deportistas de alto rendimiento, quienes forman parte del Team Banco Pichincha Crisfe y se convierten en embajadores de los proyectos educativos de la fundación.
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La inclusión es parte fundamental en estos centros educativos, que no hacen una separación o clasificación por tipo de estudiante, sino que se adaptan a sus distintas necesidades. “Tenemos que entender la diversidad como un factor beneficioso y no como un perjuicio. La diversidad es un factor que enriquece el aspecto cultural, social, de aprendizaje y cognitivo de los estudiantes y de las familias”, dice la psicóloga educativa con más de 20 años de experiencia.
Afirma que se deben romper conscientemente los límites y las barreras que el ser humano se autoimpone para que la educación sea realmente equitativa para todos. “En nuestros colegios Crisfe, a menos que tengamos una limitación de cupos, no proponemos pruebas de admisión. A todos se les hacen evaluaciones para medir su nivel de desarrollo y de aprendizaje; contamos con personal especializado que acompaña esta inclusión educativa en función de las necesidades de cada alumno”, añade.
Por lo general, cuando se habla de la educación inclusiva se piensa directamente en estudiantes con discapacidad y no es solo eso. Diana explica que hay muchas diversidades a las que el colegio tiene que adaptarse para brindar la mejor calidad de aprendizajes en el proceso. “Un caso muy común es la migración o la movilidad humana y no necesariamente de otros países. Somos tan diversos culturalmente que cuando tenemos uno o dos estudiantes, en un grupo de 30, que vienen de otra provincia o de otra cultura, aquello nos causa un choque, incluso a las personas adultas. Y esas son las barreras que tenemos que romper. Esa es la verdadera inclusión”, manifiesta.
Proyectos para impulsar el bienestar y la equidad social
Romper barreras y estigmas es un ejercicio personal para cada educador. “Estar dispuestos a aprender constantemente y no ser solamente transmisores de aprendizajes, sino también aprender de nuestros estudiantes, no siempre es fácil. Por eso, en la red de colegios que tiene la fundación trabajamos en formar a nuestro equipo de educadores para que sean receptivos y 100 % inclusivos”, enfatiza Diana.
Las metodologías educativas que manejan fortalecen el trabajo colaborativo. “Permite desde muy pequeños reconocer que yo tengo ciertas habilidades, tú tienes otras y nos podemos complementar, crecer en conjunto a partir de lo diferentes que somos”, reconoce la entrevistada, que remarca el trabajo en conjunto con psicopedagogos, psicólogos, trabajadores sociales, pedagogos especializados y profesionales de atención primaria en salud.
Aunque son colegios particulares, los padres de familia aportan un pago mínimo en relación con todos los servicios que se ofrecen.
Bachillerato técnico para una inclusión laboral real
Aunque en sus colegios regulares u ordinarios atiende a estudiantes con trastorno del espectro autista y discapacidades sensoriales (sordera, baja visión, trastornos de lenguaje), además de trastornos del aprendizaje, generalizados y específicos, como dislexia, disgrafía y discalculia, la Fundación Crisfe tiene en Quito un colegio especializado para estudiantes con discapacidad intelectual severa y profunda.
“Son chicos que por distintos motivos no han tenido la oportunidad de estar incluidos en la educación. Por ejemplo, tuvieron un acompañamiento médico tardío, que les impidió desarrollar algunas habilidades que son requisito para algunos procesos de aprendizaje, o porque vienen de condiciones socioeconómicas más precarias, que les han impedido optar por todos los acompañamientos terapéuticos que hubieran requerido para desarrollar en mayor medida sus habilidades. Las familias también optan por este servicio educativo porque lo consideran el más apropiado para desarrollar la autonomía de su hijo o hija”, explica Diana Castellanos.
Ellos reciben un título de bachiller técnico, orientado a una inclusión laboral real. Hay dos tipos de bachillerato: en gestión administrativa, con el que generan bancos de información, registro de listados de clientes, procesos de archivo y aspectos de catalogación; y en gestión de servicios hoteleros, con el que obtienen todas las herramientas para incluirse como ayudantes de cocina, camareros o apoyo de servicio en hoteles, hostales y restaurantes.
“Lo que pretendemos en el proceso de inclusión educativa es que todos nuestros estudiantes de la red de colegios tengan todas las habilidades que requieran para que puedan incluirse de forma autónoma e independiente en la vida adulta. Eso va de la mano con las habilidades sociales y emocionales”, cuenta la jefa de Bienestar de la Fundación Crisfe, que tiene más de 30 años en Ecuador.
Educación en el deporte
Este año, Crisfe graduó la segunda promoción de bachilleres del Club Católica de Fútbol, como parte de su proyecto educativo con los deportistas de alto rendimiento. Trabaja con las formativas femeninas y masculinas, aproximadamente 110 estudiantes, además de 70 chicos y chicas que viven en las residencias gestionadas por la fundación. “Tienen un programa educativo completamente adaptado para ellos, que les permite continuar con sus entrenamientos, participar en sus campeonatos y avanzar en sus trayectorias educativas sin descuidar ninguna de las otras partes de su desarrollo personal, considerando que son niños, niñas y adolescentes”, remarca Diana.
Por ejemplo, estudian física a través del fútbol, lo que les permite mejorar su rendimiento tanto deportivo como sus procesos educativos y de adherencia a la educación. (I)