La generación Z agrupa a quienes nacieron entre finales de la década de 1990 e inicios de la de 2010. Actualmente tienen entre 12 y 27 años y, según estimaciones del Banco Mundial, en América Latina suman alrededor de 160 millones de personas, lo que representa uno de cada cuatro habitantes de la región.

Se les considera los primeros “nativos digitales”, al haber crecido con internet, teléfonos móviles y plataformas de streaming. A diferencia de la generación millennial (1981-1996), que vivió la transición entre lo analógico y lo digital, la generación Z ha desarrollado sus vínculos sociales, fuentes de información y espacios de participación principalmente en redes como Instagram, TikTok, YouTube y X.

En la clasificación generacional más extendida, la generación Z sucede a:

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  • Baby Boomers (1946-1964): crecieron tras la Segunda Guerra Mundial, en un contexto de expansión económica y transformaciones sociales.
  • Generación X (1965-1980): marcada por cambios culturales, auge de los medios masivos y el inicio de la globalización.
  • Generación Y o Millennials (1981-1996): testigos de la llegada de internet y las redes sociales, enfrentaron crisis económicas y un mercado laboral cambiante.

Las investigaciones destacan que la generación Z busca empleos flexibles, modalidades híbridas de trabajo y alternativas a la educación universitaria tradicional, privilegiando certificaciones técnicas o programas más breves. Sin embargo, enfrenta precarización laboral y dificultades de inserción.

La ONU advierte que cerca del 20 % de los jóvenes latinoamericanos no estudia ni trabaja. “La mayoría son mujeres, muchas dedicadas a cuidados no remunerados en el hogar”, señala Sabrina Juran, asesora del Fondo de Población de la ONU, al portal DW.

En el ámbito social y político, esta generación ha mostrado un fuerte activismo digital. Jóvenes agrupados en organizaciones civiles y movimientos sociales han utilizado las plataformas en línea para denunciar abusos de derechos humanos, combatir la desinformación y organizar protestas en distintos países de la región.

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Aunque algunos analistas advierten que su participación tiende a ser más individualizada y fragmentada, su presencia en manifestaciones recientes refleja una creciente capacidad de incidencia pública.

Con un peso demográfico y tecnológico cada vez mayor, la generación Z se perfila como un actor clave para comprender las transformaciones sociales, económicas y políticas actuales en América Latina y el mundo. (I)