La muerte y la memoria se hacen una sola los primeros días de noviembre en los países de América Latina, donde se conmemora a quienes partieron del mundo con ofrendas en su honor y otros elementos ornamentales. Esta se recuerda entre el 1 y 2 de noviembre, la primera fecha corresponde a la fiesta de Todos los Santos y la segunda a los muertos.

Cómo se recuerda el Día de los Difuntos en América Latina

El Día de los Muertos es una de las celebraciones que se viven con más intensidad en algunos países de América Latina, como México, Bolivia, Guatemala y Ecuador; dependiendo de la región hay varias tradiciones que se emplean. A propósito de estas fiestas, varias leyendas aterradoras se cuentan por el Día de Muertos como: la llorona, la enfermera o el sombrerón.

A continuación conoce brevemente alguna de estas historias:

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Con la frase “¡Aaaaaaaay, mis hijos!”, la llorona es probablemente la leyenda más conocida a nivel internacional sobre el Día de Muertos. Y es que con esta historia se han hecho canciones, monólogos, filmes e incluso disfraces para Halloween.

La llorona: Sí pudo cruzar la frontera cinematográfica

La llorona

La leyenda de la llorona trata sobre una indígena que en tiempos de conquista española se enamoró de un noble. Luego de encuentros furtivos tuvieron tres hijos, pero ese romance siempre quedó entre las sombras, a pesar de los deseos de la joven por formalizar.

Con el pasar de los años, el noble español contrajo nupcias con su igual, una mujer española de clase alta. Tal fue la decepción de la indígena que al enterarse, asesinó a sus hijos; algunos dicen que lo hizo para demostrarle al español que sus hijos también tenían sangre noble. Desde entonces, el alma de la mujer no descansa y se lamenta por lo que hizo con un grito: ¡Aaaaaaaay, mis hijos!

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La quemada

La leyenda de la quemada recoge otra aflicción de amor.

En esta historia, la protagonista sí era de clase alta, muy bella y con muchachos pretendiendo su amor. Beatriz Espinosa causaba furor en los hombres, tanto así que uno de sus pretendientes; un noble italiano, llamado Martín de Seópolli, celoso de lo que su belleza despertaba en otros hombres mandó matar a todo hombre que se le acercara.

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Las muertes de quienes reclamaban su amor, no se hicieron esperar. Y afligida por no poder amar sin que alguien resulte herido, Beatriz, decidió acabar con su belleza; llevó a su cuarto un brasero encendido en el que hundió su rostro para desfigurarlo; los gritos inundaron su casa, y todos sus sirvientes corrieron a ayudarle. Pero era tarde...

Cuando Martín se enteró de lo que había hecho la joven, le confesó que la amaba por quien era en el interior y no sólo por su belleza. Beatriz decidió casarse con él y llevó desde entonces un velo que le cubría el rostro.

Las leyendas urbanas que aún causan curiosidad en Ecuador

El sombrerón

Según recoge Internet, la historia del sombrerón trata de un hombre no muy alto, quien siempre llevaba como accesorio un gran sombrero negro y una guitarra.

Lo curioso de este personaje es que cuando encuentra a una joven hermosa la sigue hasta su casa para darle serenatas, además de robarle el sueño y quitarle el apetito. Finalmente, la joven acosada, muere.

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Cuenta la tradición que es visto en las noches de luna llena.

La viuda del tamarindo

Ecuador por su parte, también es dueño de historias tenebrosas que en sectores como Calceta, Manta y algunos sectores de la sierra, son contadas en un ambiente tenebroso. Por ejemplo, la viuda del tamarindo.

El relato surge en la etapa de la colonia, en el centro de la costa ecuatoriana; cuenta una historia de terror sobre espíritus y fantasmas. El origen del relato se da posiblemente en Manabí, aunque inicio, nudo y desenlace ocurre en la ciudad de Guayaquil.

La historia cuenta que una mujer asesinó a su esposo español. El homicidio cometido condenó el alma de la viuda, quedando ‘maldita’ y confinada a vagar cerca de un árbol de tamarindo, por una hacienda en la Quinta Pareja, llorando eternamente por la memoria de su esposo.

Se dice que en los alrededores de la actual ‘Clínica Guayaquil’, en el barrio cercano al cementerio de la ciudad, las personas de esa época gustaban de beber y disfrutar de la diversión nocturna por la antigua hacienda. Muchos individuos en estado etílico vagaban por el lugar y notaban la presencia de una esbelta mujer vestida de negro.

Los hombres maravillados, se animaban a seguirla para poder cortejarla, ella los llevaba hacia un tamarindo añoso. Cuando estaban debajo del tamarindo, la mujer volteaba y se dejaba ver como una horrorosa calavera con un velo oscuro. Tras quedar impactadnos al notar su espeluznante presencia, caían al piso del miedo y botaban espuma por la boca, para morir después de pocos minutos. (I)