El cuarto domingo de Adviento marca el último momento de preparación espiritual antes de la celebración de la Navidad.

Durante este día, la Iglesia y los fieles se centran en la cercanía del nacimiento de Cristo y en las figuras de María y José.

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Las lecturas para esta jornada varían según el ciclo litúrgico (A, B o C).

Aquí están las lecturas típicas para el cuarto domingo de Adviento en cada ciclo:

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Ciclo A

  • Primera Lectura: Isaías 7:10-14

El Señor habló a Acaz, diciendo: «Pide al Señor, tu Dios, una señal, ya sea del fondo del abismo o de lo alto del cielo».

Acaz respondió: «No la pediré, no quiero tentar al Señor».

Entonces Isaías dijo: «Escucha, casa de David: ¿No les basta cansar a los hombres, que también quieren cansar a mi Dios? Por eso el Señor mismo les dará una señal: Miren, la virgen está encinta y dará a luz un hijo, y lo llamará Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”».

  • Salmo Responsorial: Salmo 23 (24):1-2, 3-4ab, 5-6

R. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,

el mundo y todos sus habitantes;

él la fundó sobre los mares,

él la afianzó sobre los ríos.

R. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.

¿Quién puede subir al monte del Señor?

¿Quién puede estar en el recinto santo?

El hombre de manos inocentesy puro corazón.

R. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.

Ese recibirá la bendición del Señor,

le hará justicia el Dios de salvación.

Este es el grupo que busca al Señor,

que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

R. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.

  • Segunda Lectura: Romanos 1:1-7

Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, elegido para anunciar el Evangelio de Dios, que él ya había prometido por medio de sus profetas en las Sagradas Escrituras.

Este Evangelio se refiere a su Hijo, descendiente de David según la carne, constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos, Jesucristo, nuestro Señor.

Por medio de él hemos recibido la gracia del apostolado, para llevar a la obediencia de la fe a todos los gentiles, para gloria de su nombre, entre los cuales están también ustedes, llamados a ser de Jesucristo.

A todos los amados de Dios que están en Roma, llamados a ser santos: gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

  • Evangelio: Mateo 1:18-24

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba comprometida para casarse con José. Pero, antes de vivir juntos, quedó embarazada por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, decidió separarse de ella en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque el hijo que ha concebido es obra del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta:«La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”».

Cuando José despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a su esposa en su casa.

Ciclo B

  • Primera Lectura: 2 Samuel 7:1-5, 8b-12, 14a, 16

Cuando el rey David se estableció en su casa, y el Señor le dio tranquilidad, librándolo de todos sus enemigos, el rey dijo al profeta Natán: «Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el arca de Dios está en una tienda de campaña».

Natán respondió al rey: «Ve y haz todo lo que piensas, porque el Señor está contigo».

Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán y le dijo: «Ve y dile a mi siervo David: “Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a construir una casa para que yo la habite? Yo te saqué de los pastizales, de seguir el rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel.

Estuve contigo dondequiera que fuiste y exterminé a todos tus enemigos. Voy a hacerte tan famoso como los hombres más grandes de la tierra. Voy a fijar un lugar para mi pueblo Israel: allí lo plantaré, y habitará en él sin ser perturbado.

Los malhechores no volverán a oprimirlo como antes, desde el día en que establecí jueces para gobernar a mi pueblo Israel.

Yo te daré tranquilidad librándote de todos tus enemigos. Además, el Señor te anuncia que te hará una casa. Cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya, a uno nacido de tus entrañas, y consolidaré su reino.

Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre delante de mí, y tu trono será estable eternamente”».

  • Salmo Responsorial: Salmo 88 (89):2-3, 4-5, 27, 29

R. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,

anunciaré tu fidelidad por todas las generaciones.

Porque tú has dicho: «Mi misericordia se mantendrá eternamente,

mi fidelidad está afianzada en el cielo».

R. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

«Yo sellé una alianza con mi elegido,

juré a David, mi servidor:

Estableceré tu descendencia para siempre,

afianzaré tu trono por todas las generaciones».

R. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

Él me dirá: «Tú eres mi padre, mi Dios,

mi roca salvadora».

Le aseguraré mi amor eternamente,

y mi alianza será estable para él.

R. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

  • Segunda Lectura: Romanos 16:25-27

¡Gloria a aquel que tiene poder para fortalecerlos, según mi Evangelio y el anuncio de Jesucristo, conforme a la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos, pero que ahora ha sido manifestado y, mediante las Escrituras proféticas, dado a conocer a todas las naciones para llevarlas a la obediencia de la fe, según el designio del Dios eterno!

¡A Dios, el único sabio, por Jesucristo, sea la gloria eternamente!

Amén.

  • Evangelio: Lucas 1:26-38

En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!»

Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».

María dijo al ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?»

El ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril está ya en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios».

María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor; que se cumpla en mí lo que has dicho». Y el ángel se alejó.

Ciclo C

  • Primera Lectura: Miqueas 5:1-4a

Así habla el Señor: «Pero tú, Belén Efratá, pequeña entre las familias de Judá, de ti surgirá el que debe gobernar a Israel: sus orígenes son de tiempos remotos, de días inmemoriales.

Por eso, el Señor los entregará hasta el tiempo en que dé a luz la que debe ser madre, y el resto de sus hermanos volverá junto a los hijos de Israel.

Él se mantendrá de pie y los apacentará con la fuerza del Señor, con la majestad del nombre del Señor, su Dios.

Ellos habitarán tranquilos, porque él será grande hasta los confines de la tierra. ¡Y él mismo será la paz!».

  • Salmo Responsorial: Salmo 79 (80):2ac, 3b, 15-16, 18-19

R. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.

Escucha, Pastor de Israel,

tú que tienes el trono sobre los querubines,

manifiesta tu poder y ven a salvarnos.

R. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.

Vuelve, Señor de los ejércitos;

mira desde el cielo, fíjate y ven a visitar tu viña,

la cepa que plantó tu mano,

el retoño que tú hiciste vigoroso.

R. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.

Que tu mano sostenga al que está a tu derecha,

al hombre que fortaleciste para ti.

Nunca nos apartaremos de ti:

devuélvenos la vida e invocaremos tu nombre.

R. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.

  • Segunda Lectura: Hebreos 10:5-10

Hermanos: Al entrar en este mundo, Cristo dijo: «Tú no has querido sacrificio ni oblación; en cambio, me has dado un cuerpo. No has mirado con agrado los holocaustos ni los sacrificios por el pecado.

Entonces dije: “Aquí estoy, como está escrito de mí en el libro: yo vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad”».

Así Cristo abolió el primer régimen para establecer el segundo.

Y en virtud de esta voluntad hemos sido santificados, gracias a la oblación de su cuerpo, hecha de una vez por todas.

  • Evangelio: Lucas 1:39-45

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. ¡Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor!».