La mayoría de los guayaquileños adultos tenemos historias personalísimas ocurridas sobre patines —muchas de ellas alegres, otras dolorosas—, ya que los años más jóvenes resultan precisos para darnos cuenta de que nuestra movilidad cobra una agilidad muy particular cuando descubrimos el poderío de la “rueda”.

A partir de entonces, la vida cambia y generalmente decidimos ampliar poco a poco nuestra área de acción. La casa comienza a quedar pequeña y salimos a la vereda y parques, para después emprender la aventura de conquistar el duro pavimento del barrio a punta de suelazos. Sin embargo, con los años el entusiasmo tiende a disiparse debido a otros intereses. ¡Pero no siempre es así!

Diana J. León descubrió (y compartió) la alegría rodante de los miembros de la comunidad Guayakill Patina, compuesta mayormente por adultos siempre jóvenes que en repetidas noches aprovechan las ruedas de sus pequeños vehículos para darles un fresco respiro a sus rutinas. Nuestra periodista los acompañó en un recorrido desde la ciudadela Kennedy, donde tienen su punto de encuentro, hacia el centro de la ciudad para evidenciar lo divertido que es Guayaquil cuando se lo permitimos, especialmente en este mes repleto de la euforia octubrina.

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Eso sí: la seguridad es primordial, tanto a través del equipamiento (rodilleras, coderas, casco) como con la precaución de ocupar espacios que no involucren mayores riesgos. Si los observan, quizás también querrán imitarlos. (O)