Los terremotos generan las condiciones ideales para la formación de oro en el planeta Tierra, así lo ha planteado un grupo de geólogos en un estudio publicado en la revista Nature Geoscience.

El equipo de investigadores liderado por Chris Voisey, geólogo de la Universidad de Monash en Australia, detalló el proceso mediante el cual ocurre este fenómeno natural.

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El estudio revela que los terremotos pueden ser una de las claves para entender cómo se forma el oro en la Tierra, especialmente en las vetas de cuarzo, esas líneas brillantes que a menudo atraviesan las rocas.

¿Cómo la Tierra forma oro mediante terremotos?

Hasta ahora, los científicos pensaban que el oro llegaba allí transportado por fluidos calientes y muy diluidos que circulaban bajo tierra. Cuando estos fluidos se enfriaban o cambiaban de presión, el oro se almacenaba en ellos.

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Las temperaturas elevadas y las presiones extremas en la corteza terrestre, provocadas por las ondas sísmicas de un terremoto, son factores fundamentales en la formación de pepitas de oro.

En estas condiciones, el agua asciende desde las profundidades arrastrando gases, metales y minerales, entre ellos trazas de oro.

Sin embargo, los científicos se sorprendieron al descubrir que el oro no se disuelve fácilmente bajo estas altas presiones, lo que plantea una pregunta clave: ¿cómo logra concentrarse en grandes cantidades en ciertas zonas?

Aquí es donde entra el cuarzo y su capacidad especial: es piezoeléctrico, lo que significa que puede generar electricidad cuando se deforma, como ocurre durante un terremoto.

Los investigadores probaron en el laboratorio cómo el cuarzo se comporta bajo presión y descubrieron que puede generar suficiente electricidad como para hacer que el oro disuelto en el agua se deposite de forma electroquímica. Es decir, el oro puede ir formando pequeñas partículas que luego se agrupan.

Además, si ya hay algo de oro en una veta, esa electricidad favorece que se siga acumulando más oro justo ahí, como si creciera alrededor de un núcleo. Esto explicaría por qué a veces encontramos grandes pepitas y redes de oro entre las grietas del cuarzo.

(I)