Lectura del santo evangelio del domingo 24 de julio

Lc 11, 1-13

Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”.Entonces Jesús les dijo: “Cuando oren, digan:’Padre, santificado sea tu nombre,venga tu Reino,danos hoy nuestro pan de cada díay perdona nuestras ofensas,puesto que también nosotros perdonamosa todo aquel que nos ofende,y no nos dejes caer en tentación’ “.También les dijo: “Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite.Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra, y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado, le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán? Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?’’

Publicidad

Palabras del papa Francisco

Se ora con coraje porque cuando oramos tenemos necesidad. Es como si Jesús dijera: en la oración sean intrusos. No se cansen. Pero ¿no se cansen de qué? De pedir. “Crean y les será dado”. Una oración constante, intrusa. Como aquella de Santa Mónica, por ejemplo: cuantos años oró así, incluso con lágrimas, por la conversión de su hijo Agustín. (Santa Marta 11 agosto 2018)

Santoral del 24 de julio

Santa Cristina

Publicidad

Como muchas mártires de los primeros siglos Cristina es una joven que por amistad con Cristo encuentra enemigos en su familia. Su padre la somete a crueldades para que abjure su fe, sin éxito. Lo mismo harán otros hasta que dos flechas se cobrarán su vida. Se la recuerda de modo especial en Bolsena. (I)