La novena de Navidad, una tradición llena de espiritualidad y significado, comienza cada año el 16 de diciembre y se extiende hasta el 24 del mismo mes. Esta práctica, profundamente arraigada en países de América Latina y España, reúne a familias y comunidades en torno a rezos, cantos y reflexiones que preparan el espíritu para celebrar el nacimiento de Jesús.
Los orígenes de una tradición centenaria
Esta costumbre tiene su inicio en el siglo XVIII, cuando el sacerdote ecuatoriano fray Fernando de Jesús Larrea elaboró los textos que aún se utilizan en la novena. Su intención era crear un espacio de recogimiento para reflexionar sobre la llegada del Salvador. Con el tiempo, esta tradición se expandió por diferentes regiones de América Latina, enriqueciéndose con las costumbres propias de cada lugar.
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La novena no solo tiene un carácter religioso, sino que también se ha convertido en una oportunidad para fortalecer los vínculos familiares. Durante estos nueve días, los rezos suelen ir acompañados de villancicos, lecturas bíblicas y, en muchos hogares, la preparación de comidas típicas y dulces navideños.
¿Cómo se celebra en casa?
Para rezar la novena en familia, se sugiere crear un ambiente especial, decorando un espacio con un pesebre o símbolos navideños. El formato tradicional incluye los siguientes momentos:
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- Oración inicial: Una breve reflexión que invita a los participantes a centrarse en el significado de la Navidad.
- Lectura del día: Cada jornada ofrece un mensaje específico que evoca los eventos previos al nacimiento de Jesús.
- Gozos: Versos o canciones que expresan alegría y esperanza por la llegada del Niño Dios.
- Oraciones finales: Plegarias dedicadas a la Virgen María, san José y al propio Jesús, cerrando con un mensaje de fe y unión.
La participación de los niños también es clave en esta celebración, ya sea cantando, decorando el pesebre o ayudando en las actividades relacionadas con la novena. Esto refuerza su conexión con la tradición y los valores que promueve.
La novena de Navidad no solo marca un tiempo de preparación espiritual para el 25 de diciembre, sino que también fomenta la convivencia, la solidaridad y el amor entre los seres queridos. A pesar del paso del tiempo, esta tradición sigue viva, preservando su esencia religiosa y cultural en numerosos hogares de habla hispana. (I)