Por primera vez en más de cinco siglos, un monarca británico oró públicamente junto al Papa, en un encuentro que marca un hito histórico en las relaciones entre la Iglesia católica y la anglicana.
El rey Carlos III, gobernador supremo de la iglesia de Inglaterra, acompañado de su segunda esposa Camila Parker Bowles, participó el jueves en una ceremonia ecuménica en la Capilla Sixtina presidida por el Papa León XIV y el arzobispo de York, Stephen Cottrell.
Ese acto recordó inevitablemente a Enrique VIII, cuyo divorcio de Catalina de Aragón en 1533 provocó la escisión de Inglaterra de la Iglesia católica. Catalina, hija de los Reyes Católicos y reina consorte de Inglaterra desde 1509 hasta 1533, fue la primera esposa de Enrique VIII.
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Su matrimonio con el rey, concertado tras la muerte de su primer esposo, Arturo Tudor, buscaba reforzar la alianza entre Inglaterra y España.
A pesar de años de convivencia considerados felices, la incapacidad de Catalina para darle un heredero varón llevó a Enrique a solicitar la anulación del matrimonio, provocando el famoso “Gran Asunto” que derivó en el cisma religioso inglés en 1534. Catalina falleció dos años después de este suceso.
La vida matrimonial de Enrique VIII estuvo marcada por tragedias y conflictos. Ana Bolena, su segunda esposa, fue decapitada tras no dar un heredero varón, aunque dio a luz a Isabel I, una de las reinas más poderosas de la historia; Juana Seymour, tercera esposa, murió al dar a luz al príncipe Eduardo; y Ana de Cléveris, cuarta esposa, sufrió un breve matrimonio.
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Catalina Howard, quinta esposa, fue ejecutada por adulterio; y Catalina Parr, sexta y última esposa, sobrevivió al rey.
Cada una de estas historias refleja las tensiones entre política, religión y vida personal en la Inglaterra del siglo XVI.
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Al igual que Enrique VIII, Carlos III también atravesó un proceso de divorcio: su primera esposa, Lady Diana Spencer, fue muy querida por el pueblo y su matrimonio terminó en 1996. La princesa de Gales falleció al siguiente año.
En 2005, Carlos contrajo matrimonio civil con Camila, su antigua amante, aunque la unión no fue reconocida por la Iglesia de Inglaterra como matrimonio religioso, sino como una bendición litúrgica.
Ceremonia en la Capilla Sixtina
La ceremonia del jueves, que combinó tradiciones católicas y anglicanas, tuvo lugar bajo los frescos de Miguel Ángel y contó con la participación de prelados de ambas Iglesias, así como responsables políticos y diplomáticos.
El coro de la Capilla Sixtina acompañó al de la Capilla de San Jorge de Windsor, y el tema central de la oración fue la protección de la naturaleza, un símbolo de convergencia entre ambas confesiones.
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En un gesto previo, el Papa León XIV recibió al monarca británico en audiencia privada, intercambiando regalos en un ambiente cordial. Este acto histórico subraya la normalización de relaciones diplomáticas y religiosas entre Roma y Londres, que durante casi cuatro siglos se mantuvieron interrumpidas por la Reforma Inglesa.
“El encuentro es un acontecimiento histórico”, afirmó a AFP William Gibson, profesor de historia eclesiástica en la Universidad Oxford Brookes. Gibson recordó que Carlos III, como soberano, está obligado a ser protestante, y destacó que la relación con la Iglesia católica solo comenzó a normalizarse tras la visita de Isabel II al Vaticano en 1961 y la apertura de la embajada británica en Roma en 1982.
It has been a particularly special visit to The Holy See, joining Pope Leo XIV to celebrate the Catholic Church’s 2025 Jubilee Year.
— The Royal Family (@RoyalFamily) October 24, 2025
For the first time in many centuries, the Pope and The King prayed together in a unique ecumenical service in the Sistine Chapel, and His… pic.twitter.com/yWc6Irk8MT
La visita también se produce en un contexto delicado para la familia real, mientras algunos miembros enfrentan controversias personales, pero simboliza, sobre todo, un acercamiento religioso y diplomático sin precedentes desde los tiempos de Enrique VIII. (I)



























