Desde los primeros reportes sobre la hepatitis aguda de origen desconocido en niños, publicado por la Organización Mundial de la Salud con datos de Reino Unido, el pasado 15 de abril, los casos se han multiplicado.

Algunas agencias noticiosas hablan de 190 casos; la OMS registra 169 hasta este 27 de abril. Y aunque el serotipo 42 de la especie F de adenovirus es una hipótesis, las investigaciones sobre la causa aún continúan.

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Canadá investiga posibles casos de la nueva hepatitis infantil aguda

Los 12 países afectados están todos en el hemisferio norte: Reino Unido (114), España (13), Israel (12), Estados Unidos (9), Dinamarca (6), Irlanda (5), Países Bajos (4), Italia (4), Noruega (2), Francia (2), Rumania (1) y Bélgica (1).

La OMS admite que de estos, 17 menores han necesitado un trasplante de hígado, y se ha reportado una muerte. Las infecciones severas se han producido en personas de entre un mes de edad y 16 años.

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La ictericia es uno de los síntomas más frecuentes en la hepatitis infantil aguda reportada en este mes de abril en países de Europa, en Estados Unidos y en Israel; Canadá y Japón investigan casos en sus territorios. Foto: Shutterstock

El síndrome clínico es de hepatitis aguda (inflamación del hígado), con niveles muy elevados de enzimas hepáticas. Muchos casos reportan síntomas gastrointestinales, como dolor abdominal, diarrea y vómito; es muy característica la ictericia (piel y ojos amarillos). En la mayoría de los casos no hay fiebre.

El adenovirus se ha detectado en al menos 74 de los casos, y en 18 de ellos se ha identificado como F tipo 41. Una veintena de los niños dio positivo para coronavirus (SARS-CoV-2), y de ellos 19 tenía una coinfección por coronavirus más adenovirus.

El adenovirus implicado no se había relacionado antes con la hepatitis. Los adenovirus causan, principalmente, enfermedades respiratorias, gastroenteritis, conjuntivitis y cistitis. Hay más de 50 tipos de ellos que causan infecciones en humanos. El F41 se presenta con diarrea, vómitos, fiebre y síntomas respiratorios. Solo se lo había relacionado con hepatitis en niños inmunocomprometidos.

En cuanto a las teorías de que se trata de un efecto secundario de las vacunas contra el COVID-19, la OMS no las apoya, pues la mayoría de los niños afectados no fueron inmunizados por su corta edad. El pico de la enfermedad ocurre entre pacientes de 5 años.

Detectan casos de hepatitis infantil de origen desconocido en cinco países europeos

¿Qué otras hipótesis maneja la organización? El Reino Unido y los Países Bajos ha observado que después de la baja circulación del adenovirus durante las primeras etapas de la pandemia (tal vez debido a los confinamientos), las infecciones por este agente se han incrementado en la comunidad que gradualmente retorna a la presencialidad, particularmente en los niños.

Esta es una teoría plausible, dice la pediatra española Mariola Ramírez, pues el adenovirus suele ser de alta circulación entre los niños, mas por la pandemia no hubo esa inmunización, que generalmente se manifiesta con cuadros catarrales o de gastroenteritis. “Al no haber pasado ninguna infección de adenovirus en los años previos, ahora les habría desencadenado esta hepatitis”... (Sin embargo, recuerda que no todos los niños que enfermaron dieron positivo para adenovirus).

Es también posible pensar que la crisis sanitaria que hemos tenido en el mundo, por la pandemia, puede haber dejado el sistema inmunológico de los niños un poco desequilibrado. “Estemos atentos, no nos alarmemos”, recomienda el alergólogo Pablo Torres Córdova, del centro de medicina especializada Nucleomed.

Vacuna contra el virus de la hepatitis B. No hay vacuna contra el adenovirus detectado en muchos de los pacientes con hepatitis aguda reportado recientemente. Foto: Shutterstock

Para la OMS cabe pensar, además, que el incremento en la aplicación de pruebas de laboratorio para adenovirus en los últimos años haya permitido identificar una condición que ya existía, pero no había sido detectada.

La pediatra Ramírez enfatiza que la hepatitis que tampoco se trata de falta de vacunación, pues lo que se ha presentado no tiene nada que ver con las hepatitis virales A o B, que se previenen a través de vacunas infantiles. Los niños reciben la vacuna contra el virus B en las primeras 24 horas de vida, y luego a los 2, 4 y 6 y 18 meses. Se inmuniza contra la hepatitis A a los 12 y 18 meses. En cambio, no hay vacuna para el adenovirus.

“De estos casos graves en Europa se está viendo si tienen relación con el adenovirus o el coronavirus. Un porcentaje sí había tenido COVID-19 y otros no; unos habían sido vacunados y otros no, de modo que no se sabe a ciencia cierta la causa”, explica la médica. “Al no saber la causa directa, no podemos decir medidas preventivas con exactitud; por regla general, si se sospecha de enfermedad infecciosa, usar medidas generales como el lavado de manos y evitar el contacto directo con las personas enfermas”.

Al momento hay alerta sanitaria en toda la Comunidad Europea, y los médicos que detectan casos de hepatitis deben notificarlos para que pueda hacerse una investigación que permita saber si está ligada a los otros casos.

Un virus de estación que habría vuelto después de la pandemia

Es importante estar tranquilos, esperar el anuncio de las autoridades para tomar decisiones adecuadas sobre la salud de los niños. El cuadro clínico aún no está bien definido, recalca el doctor Torres, pero rescata lo que sí sabemos:

  • El mapa de casos está restringido al hemisferio norte. Esa distribución geográfica hace pensar en la circulación del virus de acuerdo a la estación, como ocurre con la influenza y otros.
  • Los casos están distribuidos en todos los grupos de edad pediátrica, sin relatos en adultos. Esto refuerza la hipótesis de un agente infeccioso (como podría ser el adenovirus) y no de una contaminación ambiental o de un fenómeno autoinmune.
  • Otra hipótesis involucra al Sars-COV2 aislado o en coinfección con el adenovirus.

¿Está el adenovirus 41 detrás de los brotes de hepatitis infantil que tanto preocupan a la OMS?

  • La mayoría de los casos han ocurrido en pacientes que no se han vacunado contra el COVID-19, por lo tanto, esta relación con las vacunas no puede considerarse.
  • Lo que preocupa es la gravedad de los infectados. Cerca del 10 % ha necesitado trasplante de hígado. “Es importante que recordemos que estos casos graves están entre millones de casos leves y no diagnosticados, que mejoraron de los síntomas rápidamente”, dice Torres. (I)