Anahí Ruiz se contagió de COVID-19 en enero y, además de fiebre y malestar general, se percató de que estaba experimentando una alteración en su periodo menstrual. Primero, tuvo un retardo en su periodo y, luego, el flujo cambió. Este solía ser medio con una duración entre cuatro y cinco días, pero esta vez solo tuvo un leve goteo esporádico, lo que en ginecología se conoce como spotting.

Al ver esto, acudió a su ginecóloga. Anahí tiene 23 años, está estudiando Medicina Veterinaria y no planea tener hijos, por lo que estaba segura de que no se trataba de un embarazo. Lo que le preocupaba era tener quistes o alguna patología de gravedad.

Tras hacerse una serie de exámenes y ecos, constató que todo estaba en orden y fue entonces cuando su médico le comentó que, aunque apenas se están estudiando los casos, esta alteración a su ciclo menstrual se podía deber a su reciente contagio de COVID-19.

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Lizeth Estévez atravesó una situación similar, pues luego de la vacuna contra el COVID-19 su ciclo menstrual también se alteró.

Cuando le administraron la primera dosis de la vacuna, hace un año, su flujo se tornó más abundante de lo regular y tuvo fuertes cólicos. Esto duró aproximadamente tres meses, pero no le dio mucha importancia. “Creo que ya tenemos tan normalizado el cambio en nuestro ciclo que, cuando se altera, no lo vemos como señal de algo importante”, precisa.

Lizeth tiene 24 años y trabaja en un instituto de inglés en el norte de Quito. Aunque está por cumplir el tiempo entre la segunda dosis de la vacuna y el refuerzo, dice sentir inseguridad al respecto, pues, aunque está consciente de los beneficios de la vacunación contra el COVID-19, no quiere volver a pasar por las alteraciones en su ciclo menstrual que previamente experimentó.

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Un estudio publicado el pasado 5 de enero en la revista médica Obstetrics & Gynecology, del Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos, analizó si la vacunación contra el COVID-19 está asociada con los cambios en el ciclo menstrual de quienes recibieron sus respectivas dosis.

Para esto, los investigadores estudiaron la evolución de aproximadamente 4.000 mujeres (vacunadas y no vacunadas) residentes en Estados Unidos de 18 a 45 años con ciclos de duración entre 24 y 38 días, y, con la ayuda de una aplicación de seguimiento del ciclo menstrual, constataron que las mujeres recién vacunadas tenían, al menos, un día extra de duración de su ciclo.

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Sin embargo, los ciclos alterados de estas mujeres volvieron a la normalidad al cabo de dos a tres meses. Es así que el estudio concluyó que “la vacunación contra la enfermedad por COVID-19 está asociada con un pequeño cambio en la duración del ciclo, pero no en la duración de la menstruación”.

Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no incluye entre los efectos secundarios descritos tras la administración de las vacunas contra el COVID-19 a los relacionados con alteraciones al ciclo menstrual.

De acuerdo con la ginecóloga Johanna Palacios, los signos más comunes de las alteraciones al ciclo menstrual relacionadas con el COVID-19 son cambios en la periodicidad del sangrado, es decir, más frecuencia o retardo; mayor o menor abundancia de flujo; incremento en cólicos menstruales e incluso amenorrea (ausencia del periodo menstrual).

Sin embargo, comenta, todavía no se conoce a ciencia cierta qué pacientes van a estar en mayor o menor riesgo de sufrir un trastorno menstrual después de contagiarse con COVID-19 o ponerse la vacuna contra esta enfermedad, porque es algo que atraviesa apenas un porcentaje aún desconocido de la población.

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Al respecto, Palacios añade que “la menstruación es un proceso sumamente complejo y sus alteraciones no tienen que ver únicamente con el coronavirus” y destaca, entre varios factores, a los cambios en el estilo de vida, actividad física, estrés, enfermedades y medicación.

Según las proyecciones poblacionales para 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en Ecuador hay alrededor de ocho millones de mujeres, de las cuales un poco más de cinco millones están en edad menstruante, es decir, tienen entre 11 y 50 años.

De acuerdo con el reporte de casos del Ministerio de Salud Pública (MSP) emitido el 3 de abril pasado, en el país se han reportado 437.081 casos confirmados de mujeres que se han contagiado con COVID-19.

Según el vacunómetro, con corte a esa misma fecha, se ha inmunizado con el esquema completo a casi siete millones de mujeres en el país.

¿Cómo actuar ante una alteración del ciclo menstrual?

Cuando Anahí buscó ayuda, su médico le recomendó empezar un tratamiento con píldoras anticonceptivas. Cuenta que al tercer mes, en marzo, gracias a las pastillas, su ciclo se parecía más a lo que era antes de contagiarse de COVID-19.

Tiene muchas expectativas para cuando llegue su periodo menstrual en abril, pues terminaría el tratamiento hormonal que está siguiendo actualmente y espera que todo vuelva a la normalidad.

Aunque cualquier mujer puede presentar una alteración en su ciclo menstrual en alguna etapa de su vida, el ginecólogo Nelson Chérrez recomienda buscar un especialista si esta afectación supera los dos meses.

Él recomienda hacerse exámenes y ecos a fin de descartar la presencia de pólipos en el útero (restos de menstruación que se quedan pegados y no se expulsan completamente), hiperplasia endometrial (endometrio engrosado a causa del estrés), formación de quistes o síndrome de ovarios poliquísticos.

Por su parte, la ginecóloga Palacios sugiere que, ante la ausencia de ocho días del periodo menstrual, se debe investigar un posible embarazo. Así también, si la alteración del ciclo es en la cantidad del flujo, siendo este tan abundante que ponga en riesgo el estado hemodinámico (desequilibrio por mucha pérdida de sangre) de la persona, se tiene que buscar ayuda profesional de inmediato.

El acceso a la atención médica, en este caso ginecológica, debería ser parte de la salud menstrual. Este es el objetivo que pretende lograr el colectivo Mujeres de Asfalto, ubicado en Guayaquil. Su presidenta, Juana Francis, comenta que la organización busca garantizar este acceso, principalmente, a mujeres afrodescendientes, indígenas y quienes habitan en espacios rurales.

Francis precisa que lo ideal sería tener políticas públicas por parte del Estado ecuatoriano para que garantice el acceso a insumos de higiene e información sobre la salud menstrual.

“Las acciones necesarias no se inician con el quite del IVA y no terminan con la entrega de toallas sanitarias”, señala y enfatiza en la importancia de romper el tema de la menstruación como tabú e instruir no solo a las mujeres menstruantes, sino a familiares, estudiantes, docentes y la ciudadanía en general.

EL UNIVERSO solicitó una entrevista con el MSP, pero hasta el cierre de este reportaje no se han obtenido respuestas.

El estrés es un factor clave

La ginecóloga Diana Cañizares explica que los cambios en el ciclo menstrual tienen mucha relación con el estrés al que las personas han estado expuestas a raíz de la pandemia.

Las mujeres somatizamos el estrés de forma hormonal y a través del aparato digestivo, lo que nos afecta de diversas formas”, señala Cañizares y menciona el síndrome del intestino irritable, crisis de ansiedad, presencia de depresión y trastornos del sueño.

Un estudio publicado en la revista Journal of Women’s Health el pasado 12 de enero dio seguimiento al ciclo menstrual y condiciones de estrés de más de 200 mujeres en Estados Unidos entre julio y agosto de 2020.

Esta investigación arrojó como resultado que cuanto más estrés sintieron las mujeres al comenzar los confinamientos a causa de la pandemia en Estados Unidos, más pronunciadas fueron sus irregularidades en la menstruación.

Para ello, la doctora Cañizares sugiere no descuidar la salud mental y, como recomendaciones generales, encontrar actividades como lectura, arte o manualidades a fin de despejar la mente.

Cañizares recalca, además, que no todas las personas manejan el estrés y la ansiedad de la misma forma, y que, de ser necesario, se debe buscar ayuda psicoterapéutica.

Para Lizeth, su ciclo menstrual es el mayor indicativo de su salud espiritual. Cuenta que cuando empezó con su menstruación, hace trece años, sentía mucha vergüenza, pero que hoy significa mucho en su vida. “Ahora es esa constante en mi vida que tiene mi cuerpo para comunicarse conmigo y decirme que todo está en orden”.

Anahí, por su parte, señala haberse preocupado cuando su ciclo se alteró. “Tenía miedo de que sea alguna enfermedad”, comenta. Esto le afectaba anímicamente, pero se siente más tranquila porque está recuperando poco a poco su periodo como era en un inicio.