Puede ser más fácil entender la importancia de la terapia de insulina (y lo vital de su descubrimiento) si se entiende cómo funciona esta hormona natural en el cuerpo y qué sucede si se tiene diabetes.
Para una persona que no padece de diabetes, la insulina ayuda a regular los niveles de azúcar en la sangre. Según explica la Clínica Mayo, después de comer, los carbohidratos se descomponen en glucosa, un azúcar que es la principal fuente de energía del cuerpo. La glucosa entonces entra en el torrente sanguíneo. El páncreas responde con la producción de insulina, que permite que la glucosa entre en las células del cuerpo para proporcionar energía.
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Pero cuando se tiene diabetes, los niveles de glucosa continuarán aumentando después de comer porque no hay suficiente insulina para mover la glucosa hacia el interior de las células del cuerpo. Las personas con diabetes tipo 2 no usan la insulina eficientemente (resistencia a la insulina) y no producen suficiente insulina (deficiencia de insulina). Las personas con diabetes tipo 1 producen poca insulina o no la producen.
Si no se trata con eficacia, un nivel alto de glucosa en sangre puede provocar complicaciones como ceguera, daño nervioso y daño renal.
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¿Cómo contribuye la terapia con insulina al bienestar de estos pacientes? En el caso de la diabetes tipo 1, la terapia de insulina es vital para reemplazar la insulina que no está produciendo el propio cuerpo.
Algunas veces, las personas con diabetes tipo 2 o diabetes gestacional necesitan terapia de insulina si con otros tratamientos no han sido capaces de mantener los niveles de glucosa en sangre dentro del rango deseado. La terapia de insulina ayuda a prevenir las complicaciones de la diabetes, porque mantiene el nivel de azúcar en sangre dentro de los límites deseados.
¿Qué ocurrió en 1921?
Durante el verano de ese año, los investigadores Frederick Banting y John MacLeod, de la Universidad de Toronto, lograron aislar este componente; y en 1923, cuando comenzó a distribuirse por todo el mundo, recibieron el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, convirtiendo a Banting, con 32 años, en la persona más joven que haya recibido tal reconocimiento en medicina.
Según publicó recientemente el doctor Gerardo Gamba, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (México), “antes de 1921 la diabetes en los niños era una tragedia mucho peor de lo que es ahora. Se presentaba con un cuadro de cetoacidosis grave, en el que un porcentaje considerable de los niños moría. Quien lograba salir del cuadro agudo era para enfrentarse a un pronóstico de muerte certera en meses”.
Hasta entonces, una dieta estricta baja en calorías y sin carbohidratos era el único tratamiento eficaz para la diabetes. Pero este método, con una ingesta de alimentos a veces tan baja como 500 calorías por día, tenía consecuencias, ya que la inanición lenta, como la diabetes, agotaba la fuerza y energía de los pacientes.
Pero el trabajo de los investigadores cambiaría definitivamente el destino de quienes padecen esta enfermedad.
El 3 de mayo de 1922, Macleod, en representación del grupo, anunció a la comunidad médica internacional en una reunión de la Asociación de Médicos Estadounidenses que habían descubierto la insulina, el agente antidiabético.
Banting era un altruista por excelencia, afirma Gamba en su reciente relato. “Le compartió la mitad del monto del Premio Nobel a su estudiante George Best, le vendió la patente de la insulina a la Universidad de Toronto por un monto simbólico de un dólar canadiense, con el mensaje que decía ‘la insulina pertenece al mundo, no a mí’, y se enroló como agente de enlace en los servicios médicos de los aliados en la II Guerra Mundial, en donde murió en un trágico accidente de aviación en Terranova en 1941”.
Actualmente, además de la inyección existe la bomba de insulina, la cual inyecta dosis pequeñas y constantes de insulina de acción rápida dentro de un tubo delgado que se inserta debajo de la piel. Estas dosis se administran repetidamente a lo largo del día. Y también hay la insulina inhalada (Afrezza). Este tipo de insulina es de acción rápida y se inhala al principio de cada comida. La clínica Mayo advierte, sin embargo, que las personas que fuman o tienen problemas pulmonares, como asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica, no deben usar insulina inhalada.
A mediados de este año, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE. UU. (FDA) aprobó el primer producto de insulina biosimilar intercambiable (sustituible). “Estos productos tienen el potencial de reducir en gran medida los costos de cuidado de la salud”, dijo la comisionada interina de la FDA, la Dra. Janet Woodcock, M. D.