El desayuno es visto como la comida más importante del día, pero si al despertar después del amanecer lo primero que viene a la mente es comer, tal vez hay que reflexionar un poco sobre esa costumbre.
Lourdes Ramón, experta en psiconeuroinmunoendocrinología, citada por Telva, propone que se debería esperar hora y media después de amanecer antes de dar el primer bocado.
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¿Cuánto tiempo debe pasar después de levantarse para desayunar?
Según explica Ramón, levantarse en la oscuridad y ver cómo la luz del sol entra puede ser energizante. La luz solar activa las células, enviando señales al reloj interno para que se despierte también.
“Cuando la luz azul entra en nuestros ojos, activa unas células especiales en la retina que envían una señal directa a nuestro reloj interno, el núcleo supraquiasmático, que es responsable de regular los ritmos circadianos. Esta señal indica al cuerpo que es de día”, explica Ramón.
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En ese instante, comienza un baile hormonal. La melatonina, la hormona del sueño, baja, y el cortisol, la hormona del estrés, entra en acción para proporcionar energía. Esto significa que el cuerpo ya tiene reservas para empezar el día sin necesidad de un desayuno inmediato.
También la serotonina, relacionada con el bienestar y el ánimo, se favorece con la luz del sol y proporciona sensación de calma y felicidad, apunta el portal ya citado.
“Son cambios hormonales que nos ayudan a sincronizar nuestro reloj biológico con el ciclo día-noche y a prepararnos para las actividades diurnas”, detalla la psicóloga.
Es verdad que muchas personas no sienten un hambre voraz al levantarse, y eso tiene su razón de ser. La energía que proporciona el cortisol es suficiente para poder hacer las actividades matutinas sin necesidad de alimentarse al instante. Por eso, lo ideal es tomar el desayuno hora y media después de que amanezca.
“Estamos programados para desayunar a la hora y media de amanecer”, explica la psicóloga y agrega que “el cortisol moviliza nuestras reservas energéticas, permitiéndonos movernos y realizar nuestras actividades sin una ingesta inmediata de alimentos. Nos proporciona la energía necesaria para levantarnos de la cama, realizar actividades físicas y mentales, y mantenernos alerta y concentrados”, apunta.
La experta recomienda hacer cambios para aprovechar los beneficios de ajustar el organismo y “respetar el ritmo natural de oscuridad y luz”.
“No hace falta que en un principio sean grandes cambios, sino pequeños cambios en nuestras rutinas van a generar un 80% de beneficios en nuestro bienestar global”, afirma.
Lentamente, se puede ir adaptando el horario de desayuno y, quién sabe, es posible que se descubra un nuevo nivel de energía y bienestar que ni se sabía que existía.
(I)
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