Kristina Svensson vivía feliz con sus dos hijos y su marido en el centro de Berlín. Tenía 38 años, se sentía sana y muy en forma, tanto que cuando se descubrió un pequeño bulto en el pecho izquierdo pensó que no sería nada. Cuando su doctora le dio el diagnóstico de que tenía cáncer de mama no se lo podía creer y pensó que se había confundido.