Cada vez escuchamos que es más necesario reducir el consumo de azúcar. Profesionales de la salud y nutricionistas alertan sobre los efectos nocivos que su exceso produce en la salud. La Organización Mundial de la Salud también manifiesta que el consumo desmesurado de azúcares está ligado a problemas como la obesidad, diabetes y otras enfermedades cardiovasculares, debido a su gran aporte calórico y la incapacidad de nuestro organismo para absorber tanta cantidad.

Sin embargo, esto no significa que el azúcar es un veneno, ya que es necesaria para nuestro organismo, la característica está en que se debe ingerir de manera justa y con moderación. Lo recomendable es consumir 5 gramos por día, pero hay que tener presente el azúcar natural que contienen los alimentos que tomamos.

El exceso de consumo de azúcar es como el alcohol o tabaco, por ello, es necesario educar al paladar. “Un consejo que siempre doy en consulta, es el de ir reduciendo el azúcar poco a poco, adquiriendo nuevos hábitos”, explica la nutricionista María Jesús Rodríguez en su blog de divulgación nutrisalex.com.

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1. Busca alternativas

Foto: Getty Images

Existen alternativas muy saludables. No son lo mismo el azúcar natural o intrínseco que el azúcar libre. El primero es de consumo saludable y está presente en frutas, verduras, legumbres u hortalizas. Es bueno porque se absorbe en el organismo de forma lenta y no engorda. El azúcar libre es el que se añade a los alimentos o bebidas.

Los especialistas aconsejan comer una pieza de fruta, tu favorita o la mejor de la temporada, que tomar jugos naturales. La cantidad de naranjas que necesitamos para obtener un vaso de jugo es grande y sobrepasa con creces la cantidad recomendada.

2. Cambios progresivos

Los postres, los jugos artificiales y las bebidas energéticas están entre las principales fuentes de azúcares añadidos. Imagen: Pexels

No te levantarás un día y evitarás el azúcar por el resto de tu vida. Mucho menos si eres fanático de la repostería o los dulces. Si intentas este tipo de medidas drásticas, podrás sentir ansiedad y este proceso podría convertirse en una pesadilla para tu cuerpo.

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Lo que recomiendan los expertos es aminorar las dosis de forma progresiva, esto te ayudará a saborear el alimento o la bebida tal cual es. Elaborar postres caseros con la mitad de azúcar de la receta o nuevas recetas bajas en azúcar te ayudarán a reducir su consumo, y será igual de placentero.

3. Fíjate en tus hábitos cotidianos

Foto: pexels

¿Qué clase de desayuno comes?, lamentablemente la mayoría de desayunos conocidos son a base de alimentos procesados, como cereales de caja, pasteles, galletas. Lo recomendable es utilizar cereales en grano que aporten nutrientes naturales, más fibra y menos grasas.

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Además, otra opción es evitar hacer las comidas con platos ultraprocesados y preparados en el resto del día, como pastas, salsas, revueltos, ensaladas condimentadas, o los típicos aderezos de tomate frito, pues la mayoría de ellos contienen bastantes azúcares añadidos. Mantente atento a las etiquetas antes de comprar el producto.

4. Elimina bebidas azucaradas y sodas

Los batidos, jugos azucarados, refrescos tipo cola y bebidas con gas son líquidos que contienen grandes cantidades de azúcar. Intercámbialos con el agua. Puedes añadir unas rodajas de limón y resultan más que refrescantes. Las infusiones permiten edulcorarse con limón y canela.

5. Busca nuevos sabores

Si hablamos de productos achocolatados, el chocolate es saludable siempre que contenga más del 70% de cacao. Existen muchos productos básicos y naturales que pueden ser una delicia en la alimentación. Se puede reemplazar el azúcar por especias como la canela, anís estrellado, la nuez moscada, o por frutas y verduras como la manzana, el coco o los dátiles, la zanahoria, calabaza o remolacha que poseen un sabor dulce y delicioso.

Con el tiempo, te resultará fácil acostumbrarte a vivir sin dosis tremendas de azúcar. Ser consciente de ello te ayudará a eliminar progresivamente, pues tomarla en exceso no es una necesidad fisiológica, únicamente se ha convertido en un mal hábito de consumo. (F)

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