En la rutina y dinámica familiar de los ecuatorianos se ha agregado una nueva tarea: conocer de forma detallada los horarios de racionamiento de servicio eléctrico. Este escenario implica un cambio de hábitos en los integrantes de los grupos familiares que entre sus labores personales, profesionales y escolares se adaptan a esta realidad ‘a oscuras’.

Para la psicóloga clínica Glenda Pino, frente a estos desafíos es importante que nuestros niños puedan conocer la razón de los apagones. “Hablar claro no es suficiente, hay que considerar su edad de desarrollo y su capacidad cognitiva para abordar el tema. Es relevante darse tiempo para hablar y permitir responder las interrogantes del menor, así como observar sus reacciones y opiniones”, explica y ofrece opciones para abordar el tema a través de actividades lúdicas como cuentos, videos o narrativas para explicar la crisis energética. Recalca que es importante responder a las inquietudes de los menores: “¿Por qué está pasando esto en nuestro país?, ¿cómo nos afecta como familia?, ¿qué haremos durante el tiempo del apagón?, ¿podemos hablar sobre nuestros sentimientos?”.

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La especialista afirma que es válido socializar los horarios de cortes para anticipar tareas que requieran de tecnología, uso de internet u otras actividades, así como la manifestación de conductas frente a estos cambios que se experimentan dentro o fuera del sistema familiar.

Adaptarnos al cambio

La psicóloga clínica Gabriela Jordán sostiene que sería contraproducente pedirles que no sientan nada. “Podemos acompañarlos, incorporar nuevas actividades en su día a día (en caso de haber modificación). Necesitamos mantener y respetar lo más posible su rutina, fomentar la alfabetización emocional (explicar qué es cada emoción y su manifestación), ofrecer habilidades específicas, enseñarles a los niños a respirar profundamente, a serenarse y seguir”, dice.

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Miedo, ansiedad, tristeza, rabia, vergüenza son algunas de las emociones más comunes que pueden experimentar los menores en la actualidad. "
Antes de ayudarlos, es recomendable que el adulto esté centrado, estable y sin poder transferirle su carga. Podemos apoyar a los infantes a gestionar sus emociones analizando la situación con ellos, enseñando con ejemplos formas constructivas de manejar nuestros afectos”, explica.

“No reforzar los miedos ni intentar evitar hacer cosas para que no se sientan mal. Crear un poco de tolerancia junto con la experiencia de la frustración es lo que necesitan para enfrentarse al mundo”, advierte la psicóloga.

Pino agrega que, aunque es una realidad la inseguridad que vivimos, estos cambios generan estrés y nos llevan a buscar formas de adaptarnos y organizarnos. “Si usamos la oscuridad para corregir, advertir o bromear frente a conductas inapropiadas que los niños presentan, puede aumentar el miedo o pánico, desarrollar poca seguridad, así como mantener la desconfianza en su entorno. El adulto debe proteger y cuidar la integridad del menor”, añade.

¿Temor a la oscuridad?

Si los niños tienen miedo a la oscuridad, que es frecuente en ellos, se llama nictofobia, detalla el psiquiatra Eduardo Rivas Calderón. “Hasta cierto punto es normal en el desarrollo evolutivo de un niño. Este problema puede empezar a los 2-3 años y se puede extender hasta los 8-9 años. Para ayudar a un niño con nictofobia es bueno acompañarlo hasta que se duerma, escuchar sobre aquello que lo asusta de la oscuridad, validar sus sentimientos, brindar ánimo y tener paciencia”, recomienda.

Rivas menciona que entre las señales que presenta un niño con nictofobia puede presentarse nerviosismo en ambientes oscuros, llantos, gritos, temblores, disminución del apetito, dormir con la luz encendida, temblores, náuseas, dolores de cabeza o miedo a ser atacado por fantasmas y monstruos.

Añade que fuera del miedo a la oscuridad, lo más común en los niños es el aburrimiento. “Ya que no hay internet, no hay televisión, se los puede animar con juegos que no necesiten luz como los clásicos, damas, ajedrez, Monopolio, crucigramas, contarles cuentos, manualidades como origami, plastilina, entre otras”. (F)