Como padre o madre, usted reconoce la importancia de la vida social de su adolescente y sabe que las fiestas son un modo de socializar y relajarse. Pero una fiesta sin supervisión o mal planeada puede traer consecuencias indeseables o incluso trágicas.
La responsabilidad paterna es la clave para gozar de una fiesta divertida y sin peligros. Los 18 años pueden ser la mayoría de edad en muchos países, pero el cerebro humano no termina de desarrollarse hasta cerca de los 25. Mucha de esa reestructuración ocurre en la corteza frontal, donde se aloja la toma de decisiones, resolución de problemas, control de impulsos y regulación emocional, como explicó a Business Insider la terapeuta Katie Lear, especializada en ansiedad y trauma en niños y adolescentes.
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Durante este tiempo, la gente joven toma decisiones con la amígdala, la parte del cerebro que maneja la reacción básica de luchar o huir. Esto explica por qué a los adolescentes se les hace difícil pensar en consecuencias a largo plazo o en el impacto de sus acciones en terceras personas. No ayuda que las primeras noticias sobre el coronavirus hacían pensar que los jóvenes no corrían riesgo de tener síntomas severos. No se sabía entonces que se podía ser asintomático y esparcir el virus o desarrollar malestares mucho tiempo después.
También hay una fase en que los jóvenes adultos se sienten invencibles, dice el psicólogo clínico Forrest Talley. La mayoría de ellos están seguros de que la suerte y la razón están de su lado, y que son inmunes a las leyes de la física y del sentido común, y tienden a ignorar la información que niegue esa creencia, resume un estudio del Instituto Max Planck (Scientific Reports, 2017). Así que cuando se les dice que no formen grupos grandes, muchos desestimarán la información.
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Luego está que socializar realmente es importante para los jóvenes. Están desarrollando su identidad, y esto generalmente sucede en el contexto de las relaciones sociales. Sentirse parte de un grupo es esencial para su autoestima.
Esa necesidad de aprobación social va acompañada de una etapa en que el joven se vuelve egocéntrico. Decirle que use una mascarilla para proteger a otros va en contra de su proceso emocional, que está enfocado en sí mismo, en sus pensamientos y sentimientos. A esto se suma el efecto de las redes sociales, dice la psicóloga educativa Christie Kederian, pues estas convencen a los chicos de que ‘todo el mundo’ está pendiente de ellos.
Talley explica que si a alguien así le ordenan que ‘se quede en casa’, siente que nuevamente lo están tratando como a un niño, con reglas estrictas de cuándo salir y con quién asociarse.
Por último, socializar es una de las maneras en que los jóvenes conservan una sensación de normalidad, para desviar la atención de la frustración ligada con la pandemia.
No es que desconocen los riesgos, sino que eligen distraerse de todo eso, especialmente cuando no tienen relaciones seguras con sus padres y se apoyan en los amigos para apoyo emocional, indica Leela Magavi, psiquiatra infantil y juvenil.
Ahora que conoce por qué su adolescente o joven adulto no puede o no quiere ser más cuidadoso, el propósito no es prohibirle las reuniones, pero sí mediar para que estas sean seguras. La Academia Americana de Pediatría (AAP) ofrece la siguiente información importante sobre las fiestas de adolescentes.
- Conozca la lista de invitados. Debido a las redes sociales, las fiestas juveniles pueden llegar a ser demasiado grandes como para que los padres puedan controlarlas.
- Los padres deben saber la hora y lugar. Sucede que las fiestas suelen comenzar tarde en la noche e ir pasando de una casa a otra.
- Los jóvenes a menudo esperan encontrar alcohol en las fiestas. Algunos padres creen que la solución es dejarlos beber en casa, donde están protegidos. La AAP explica que esa idea es absurda, pues no es posible proteger a un adolescente cuyo juicio esté afectado.
- El alcohol afecta a los adolescentes de distinto modo que a los adultos. Con alcohol, los adolescentes son más propensos a tener sexo, involucrarse en incidentes violentos o sufrir una lesión. En comparación con los adultos, son más propensos a trasnochar, conducir o deambular, a la vez que sufren de mayor alteración mental.
- Tómese el trabajo de formar una red de padres. Procure conocer a los amigos de sus hijos y a sus padres. Si su adolescente está planeando ir a una fiesta, llame a los padres para constatar que estarán en casa y que no permitirán el uso de alcohol. Si esto no es posible, no le dé permiso a su hijo.
Si es usted quien va a tener la fiesta en su casa, planifique. Haga el programa con su hijo. Anímelo a planear actividades o juegos en los que haya alcohol de por medio.
Limite el número de asistentes: de 10 a 15 adolescentes por cada adulto. Asegúrese de que a todo momento esté presente al menos un adulto. Si es necesario, pida a otros padres que vengan a ayudarle.
Haga una lista de invitados. La fiesta solo debe ser para invitados. No permita la entrada a personas que no están en la lista. Esto evitará que la fiesta sea “de puertas abiertas”.
Establezca la hora en que comienza y termina la fiesta. Averigüe si hay leyes locales de toque de queda para determinar la hora de finalización de la fiesta.
Establezca las reglas de la fiesta y sus expectativas. Coméntelas con su hijo.
- No habrá tabaco, alcohol ni otras drogas.
- Nadie podrá irse de la fiesta y luego volver.
- Las luces estarán prendidas todo el tiempo.
- Algunas habitaciones de la casa estarán vedadas.
Tenga suficiente comida y bebidas no alcohólicas. Además, coloque bajo llave sus bebidas alcohólicas y sus medicinas tanto recetadas como de venta libre.
Esté presente pero sin intervenir. Elija un lugar desde donde pueda ver lo que está pasando. También podría ayudar a servir los bocaditos y las bebidas.
Si su adolescente va a ir a una fiesta, sepa la dirección y cuánto tiempo estará allí. Obtenga el número telefónico y la dirección de la fiesta. Pídale que le llame si el lugar de la fiesta cambia.
Llame a los padres que ofrecerán la fiesta para confirmar que estarán presentes, supervisando. Asegúrese de que no se permitirá el uso de tabaco, alcohol y otras drogas.
Hable con su adolescente de antemano sobre cómo enfrentarse a una situación en la que hay alcohol en una fiesta.
Asegúrese de que su adolescente tenga cómo ir a la fiesta y volver a casa. Facilítele la salida de la fiesta haciendo énfasis en que puede llamarle en cualquier momento para que usted lo recoja. Comenten en qué casos debería hacer esa llamada. Recuérdele que nunca debe ir en un auto conducido por alguien que ha estado bebiendo o usando otras drogas.
Esté despierto(a) cuando su adolescente llegue a casa. Así podrá verificar la hora de llegada y hablar con su hijo acerca de los sucesos de la noche.
Si su adolescente se va a quedar a dormir en la casa de un amigo o amiga después de la fiesta, verifique esto con los padres del amigo y cerciórese de que ellos estarán en casa. (F)