La joven que desea transformarse, de una día para otro, en una mujer más bella (incluso si requiere cirugía estética) para conquistar al galán de su corazón. El muchacho de bajos recursos que se enamora de la hija de un magnate (o al revés, pero siempre uno es inmensamente rico y el otro, extremadamente pobre). La villano o villano que desea quedarse con el o la protagonista, a como dé lugar. Los padres que guardan un turbulento secreto, que por lo general es un hijo perdido o abandonado. El personaje que tras un accidente sufre de amnesia temporal. El narco que desea ser más poderoso y cruel de lo que ya es. El tipo bonachón y más querido que no sabe que tiene una enfermedad incurable.

Y así. Esta es una pequeña muestra de los universos que se pueden encontrar en las queridas telenovelas. Si bien es cierto que muchos adultos sintonizan esos mundos ficticios para entretenerse, distraerse, conmoverse o hasta como una forma de compañía (se dice popularmente que los ‘culebrones’ surgieron para acompañar a las amas de casa durante el día), vale preguntarse: ¿qué función tiene este tipo de programas cuando son observados por los niños?

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Responsabilidad de los padres ante las telenovelas

La terapeuta familiar Toyi Espín de Jácome recomienda vigilar, como padres responsables, la cantidad y calidad de los contenidos de los programas de televisión a los que acceden los pequeños. “Los niños hasta los 10 años están modelando el carácter, es importante aprovechar bien estas etapas, para facilitar todos los aprendizajes educativos saludables que les ayuden a un crecimiento sano de manera integral. Por eso que no es conveniente hacerles partícipes de estos contenidos o programas”.

¿Está bien dejar que los niños vean telenovelas? SHUTTERSTOCK Foto: El Universo

A decir de la orientadora, las telenovelas presentan comúnmente escenas con contenidos sexuales y conversaciones que no son apropiadas para los menores. “Generalmente estas telenovelas traen imágenes distorsionadas acerca de lo que es una familia, como asesinatos, infidelidad, delitos, peleas, haciendo parecer que esto se da en la vida real, atrapando la mente tan frágil de cada niño en desarrollo de su personalidad que no tiene la capacidad de discernir aún dichos eventos y creyendo que estos acontecimientos sí son permitidos en la vida real, dando un sentido totalmente opuesto a los valores establecidos para un sistema llamado matrimonio - familia”.

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La psicóloga opina que si los niños ya están enganchados con una de estas historias, significa que los padres no tomaron debidas precauciones para evitar su consumo. “Lo idóneo es ver lo que ellos están viendo, sumergirse e involucrarse como tutores responsables para orientar a través de diálogos y discusiones educativos, que ayudarán a despejar incógnitas y encontrar respuestas saludables a dichas preguntas, usando un lenguaje acorde con cada edad”.

Para Espín, es prioridad que los los padres o tutores se aseguren de que los niños tengan una visión equilibrada del mundo. “No evadan esa responsabilidad de educar en todo tiempo, aprovechen cada espacio es una oportunidad para aprender juntos”.

Niño pegado a la pantalla

Un estudio de la medidora de audiencias Nielsen comprobó que en el cuarto trimestre del 2016, los niños de dos a 11 años vieron un promedio de 17 horas de programas en vivo semanalmente por televisión en Estados Unidos.

En general, la terapeuta desaconseja el consumo de televisión en los menores de 10 años, además de las telenovelas. “Creo que hay otras formas de distracción y entretenimiento familiar que los padres y familias en general deben practicar. Juegos de mesa, como cartas, preguntas y respuestas, jenga, o el uso de juegos educativos de acuerdo con las edades, pintura, dibujos, títeres, canciones”.

Más que el contenido de las telenovelas, es el discurso familiar

Para José Luis Freire, magíster en psicopedagogía, el contenido de la televisión no necesariamente influye o determina la crianza de los pequeños. Es una falacia, expresa tajantemente. “Por ejemplo, los padres de familias muy conservadoras que no querían que sus hijos vieran la película Lightyear (2022), porque tenía una escena con una pareja de lesbianas (que comparten un beso), tenían este razonamiento de que sus hijos podrían convertirse en gays. Pero es una falacia fácil de comprobar, porque es falso que los niñitos que jugábamos a la policía y ladrones nos convertimos más adelantes en ladrones o policías, según el personaje que jugamos. O si jugábamos a los soldados nos convertimos en personas violentas”, explica el psicólogo clínico.

Lo medular de este asunto, desde la perspectiva de Freire, es el discurso de las familias ante los contenidos que se ven en las pantallas. “Es la parte más difícil de entender y sobre todo de aceptar para la sociedad, especialmente para los padres de familia y quienes ayuden a criar (tíos, abuelos, padrastros) que en realidad lo que determina la crianza de los niños, ante esas telenovelas, o lo que sea que haya en la televisión, es el discurso de sus familiares, sobre todo de su papá y de su mamá”.

Más de dos horas de pantalla al día son perjudiciales para los niños, afirma investigación

Si no está cómodo con el contenido de las noticias o si se da cuenta de que es inadecuado para la edad de su hijo, no dude en apagar el televisor.

Por ejemplo, ilustra el terapeuta, si los pequeños están viendo una telenovela donde hay una pareja y uno de los dos le pega al otro, sea el hombre a la mujer o la mujer al hombre, y los padres se ríen, los menores reciben el mensaje de que esto es un comportamiento normal y aceptado. “Entonces aprende de su papá y de su mamá que es normalizado que si tu pareja te hace enojar, que si llegó tarde a la casa, que si sospechas que te ‘puso los cachos’, tú le puedas pegar”.

Si el niño ve que su familia encuentra gracioso ese tipo de violencia, y otros, o que glorifican acciones ilícitas, entonces sí hay un riesgo importante de que consuman estos contenidos, aclara el psicopedagogo. Otro tema es un erotismo sobrecargado que, a decir de Freire, podría caer en “vulgaridad”, y que si no se cuestiona si en la vida real son así las relaciones amorosas de pareja, entonces los padres pierden la oportunidad de educar a sus hijos en asuntos que son cruciales a largo plazo.

Los noticieros y los niños

"Hemos comprobado que más de dos horas de pantalla para los niños perjudica su desarrollo cognitivo", indica el doctor Jeremy Walsh del Instituto CHEO de Canadá, que incita a los pediatras, padres, educadores y gobernantes a limitar el tiempo de exposición a las pantallas de los niños y a convertir el sueño en un asunto prioritario.

“El factor determinante es cómo los padres reaccionan y los que les digan sobre lo que han visto. Si los padres hablan con sus hijos, les enseñan que eso está mal, que nadie le tiene que pegar a nadie, y que mejor es cambiar de canal, entonces aquí nos damos cuenta de que no es la novela la buena o la mala, sino cómo reaccionan los padres, porque son ellos quienes van a determinar la psiquis y por consiguiente la conducta y el bienestar mental de esos niños a futuro”.

José Luis Freire opina que la clasificación de los contenidos para adultos no ha sido lo suficientemente severa en la televisión local y de ahí también la exposición de los pequeños a “televisión basura”. “Mucha de la programación debería estar para las 22:00 o 23:00, y no antes. Y de ser así, ya es responsabilidad de los padres si quieren permitirle a sus hijos tenerlos despierto a esas horas de lunes a viernes (que son noches de escuela)”.

Como artista (músico) también, Freire considera que en todo caso no se debería responsabilizar a la televisión o a las producciones artísticas por las realidades actuales. “Los artistas nunca crean realidades, hasta el artista más surreal más distópico, lo que crea son alteraciones de la realidad que él vive. Las telenovelas pueden ser una forma de retratar diferentes culturas, pero no podemos culpar a los artistas por hacerlo, porque los artistas muchas veces lo que hacemos más bien es denunciar las realidades”. (F)