Muchas personas han visto cómo algunas de sus relaciones más cercanas se distanciaban, y no solo por bioseguridad, durante el año de pandemia.
Algunas diferencias de opinión sobre las medidas, los tratamientos, las vacunas y otros eventos relacionados a la emergencia sanitaria han sido parte de la causa. Otros, simplemente se han sentido sobrepasados por las circunstancias y han olvidado a algunas de sus amistades. O se han sentido olvidados por ellas.
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Pero algunas amistades han sido puestas a prueba y han resistido. “La pandemia nos está mostrando qué amistades valen la pena conservar”, anunció el Washington Post en enero del 2021. La articulista Lisa Bonos entrevistó a varias familias que confesaron que se sentían aliviadas de una vida menos ajetreada y que querían vacunarse y que todo pasara para reencontrarse con sus más queridos y cercanos, pero fuera de eso, no extrañaban mucho más.
¿Cuál es su círculo de amistades cruciales?
Tal vez ha escuchado hablar del número de Dunbar, Robin Dunbar, el antropólogo británico que sugirió que el cerebro humano no puede sostener más allá de entre 100 y 200 relaciones sociales estables al mismo tiempo.
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Dunbar, sin embargo, hizo una precisión interesante: de todos ellos, hay un círculo de alrededor de 15 personas, los más cercanos, incluyendo familiares, que son cruciales para la salud física y mental.
El servicio de noticias alemán DW (Deutsche Welle) exploró hace poco cómo la pandemia está afectando a las amistades. ¿Para mal? Sí y no, de acuerdo con el psicoterapeuta y escritor Wolfgang Krüger. Él, como Dunbar, observa la sutil diferencia entre amistades cercanas y casuales. Las casuales se basan en actividades en común: deportes, música, juegos, clubes. Sin ese contexto, estas relaciones se desvanecen. Y esto ha sido especialmente agudo en los grupos y clubes de la tercera edad.
Por otro lado, el sociólogo Janosch Schobin, de la Universidad de Kassel, observa que en el año pandémico, la gente está enfocándose en un número menor de amistades más profundas, algo parecido a los 15 de Dunbar. “Este cambio significa que algunos amigos recibirán suficiente atención, y otros no, y sentiremos que nos alejamos de personas que alguna vez consideramos cercanas”.
¿El consejo general? En vez de ceder a la nostalgia, actúe: cuide y retome antiguas amistades.
¿Qué es una amistad verdadera? La psicología tiene respuestas
Si aún tiene ciertas dudas sobre esta teoría de los amigos cercanos, hay algunas señales para reconocerlos.
- Las amistades verdaderas no pueden confundirse con los conocidos o los compañeros de actividades. “Trascienden en el tiempo, independientemente de la frecuencia con que las personas se vean, y de las circunstancias”, es la primera diferencia que hace la psicóloga clínica Mónica Llanos Encalada.
- En la amistad verdadera hay un interés genuino en el bienestar del otro. “El amigo no nos juzga, pero tiene la libertad de dar su punto de vista, aunque sea contrario al nuestro, porque lo hará con amor”, añade Llanos, citando el proverbio que describe al amigo como “un hermano en tiempo de angustia”.
- La verdadera amistad no tiene problemas en extenderse al círculo primario: padres, hermanos, esposos, hijos. “No se esconde”, señala la psicóloga.
Esto no resta importancia a las relaciones cotidianas y casuales, al compañerismo en el trabajo, el gimnasio o los grupos sociales. Son necesarios. “Buscamos apegarnos a otros por intereses en común, por afinidades”, concluye Llanos. Pero para que la amistad perdure, los puntos anteriores (trascendencia, empatía, transparencia) parecen tener un peso mayor.
La reciprocidad es indispensable. Ser amigo requiere inversión de tiempo, tomarse unos minutos o unas horas para saludar, conversar, escuchar. Pero también dar ayuda material, económica y presencial, de ser necesario. “Invertir nuestra capacidad de comprensión y generosidad”, dice Llanos.
En la amistad es importante presentarse como uno es, pero no usar esto como excusa para abusar del afecto del otro.
Mónica Llanos
También hace falta respeto, dice la especialista. “Al tiempo del otro, al silencio del otro, a sus circunstancias. La amistad me permite expresar un punto de vista diferente, sin hacer daño. En la amistad es importante presentarse como uno es, pero no usar esto como excusa para abusar del afecto del otro”.
El fundamento de una auténtica amistad: una receta compleja
La amistad es un valor que se construye con amor, establece de entrada el psicólogo Jorge Luis Escobar: amor propio y mutuo. “La amistad más duradera y más imperecedera es la que se construye a través del amor”.
En la infancia, estamos muy centrados en nosotros mismos. Somos amigos de nosotros y de todo lo que está alrededor, porque lo consideramos como una extensión nuestra; papá y mamá son nuestros.
Pero cuando se activa la fase de desarrollo social en el cerebro, vemos el mundo de otra manera, y empezamos a explorar lo diferente, al fin podemos ver a los otros.
El amigo no es el que consiente o es cómplice, sino que es capaz de mirar lo que no te conviene, y decírtelo sin temor a perderte, porque no le perteneces.
Jorge Luis Escobar
Desde entonces, cultivaremos amistades hasta el día en que morimos, al construir emocionalmente con el otro. “No necesariamente tiene que ser el acto de dar cosas materiales, porque la amistad no es una transacción comercial”, describe Escobar, “sino la entrega del otro hacia nosotros, y de nosotros hacia el otro; el reconocimiento de ese legítimo otro —algo supercomplejo—”.
Las amistades más duraderas se inician en la niñez y en la adolescencia. El aprendizaje se da en el momento en que aceptamos al otro como parte de nosotros. Sin tener el apellido, lo convertimos en nuestra familia por elección.
Y en contraste, añade el psicólogo, habrá personas de nuestra familia más próxima que no estarán en ese núcleo cercano de la teoría de Dunbar. “Hay familiares con los que no se alcanza a construir amistad, porque se confunde amistad con alcahuetería”: en otras palabras, se interpreta que si somos amigos, ya no habrá suficiente respeto, integridad o transparencia en la relación. No saber lo que la amistad es crea esas distancias.
¿Cuáles son los tiempos de la amistad? Un amigo se puede crear en un instante, pero para que se desarrolle el hábito amistoso tiene que haber repetición del encuentro.
Y sin embargo, añade Escobar, tampoco es tan simple como verse muchas veces. Hay quien, a pesar del hábito amistoso, se rehúsa a construir una amistad porque tiene reservas para entregarse emocionalmente. “Muchas personas estudian (o trabajan) juntas pero no construyen el vínculo de amistad porque no hay apertura emocional, no hay entrega hacia el otro”, tal vez por desconfianza.
¿Desconfianza de qué? Escobar vuelve a señalar al amor. “El amor es incierto y desconocido. Confiar en que el otro no me hará daño es todo un riesgo”.
De ahí que muchas relaciones de pareja se basan en una amistad inicial, luego pasan a lo sexual, y si esto no resulta, la amistad puede continuar. Cuando no hay amistad, la relación queda degradada a la genitalidad, “y eso no es amor, es pasión”.
En nuestra cultura occidental, comenta el psicólogo, Jesús vendría a ser la expresión de ese amor supremo, la amistad, al hacerse amigo de todos. “El amigo no consiente ni es cómplice, sino que es capaz de mirar lo que no te conviene, y decírtelo sin temor a perderte, porque no le perteneces. El amigo no complace, no está condicionado a eso”.