Body positivity: más aceptación para una mejor salud física y mental

La tendencia de la imagen corporal positiva hace que muchos estén ganando confianza para mostrar justamente lo que otros consideran defectos de belleza.“En primera instancia, se trata de que todos dejen de sentir odio por su cuerpo , algo que lamentablemente le sucede a mucha gente, y que aprendan a quererlo”, explica Serin Khatib, una periodista y bloguera que postea en su cuenta de Instagram, @serintogo, fotos sin filtro de sí misma esperando inspirar a otros a tener más amor propio.La idea, cuenta, es dejar de esconder las estrías, la celulitis, la flacidez , los granos, las cicatrices, el sobrepeso, el bajo peso y las manchas en el cutis. “Todo lo contrario: los celebramos”, dice Khatib.¿Quiénes se suman a este movimiento? Sobre todo las mujeres, que buscan marcar una tendencia opuesta a las fotos de las modelos e influencers que parecen perfectas y radiantes en cada foto en la que aparecen, no tienen ni un gramo de grasa en las costillas y sepultan cualquier posible imperfección bajo capas de maquillaje.El body positivity apunta a cambiar esas imágenes y a ayudar a que cada vez más personas se sientan bien con sus cuerpos. Pero hay que observar esta corriente con objetividad, opina el psicólogo Björn Enno Hermans, que trabaja en Alemania.“Habría que rebajar un poco la presión social y aprender que la satisfacción consigo mismo no solo se puede alcanzar a través de un cuerpo aparentemente óptimo ”. En ese sentido el movimiento podría ser un buen aporte, considera.“Por el otro lado, el body positivity no debería convertirse en un modo de legitimar estados físicos que evidentemente representan un riesgo para la salud, como puede ser por ejemplo la obesidad, que no debería tener una connotación positiva”, advierte el psicólogo.“Existen riesgos de salud objetivos tanto para las personas muy gordas como para las personas muy delgadas”, asegura Hermans. Por tanto, la corporalidad positiva no radica en esos extremos, sino en la diversidad de formas, tamaños y medidas en los cuerpos que ocupan la mitad del espectro.Pili Villegas es coach de salud y en sus redes promueve un mensaje de reconciliación con el propio cuerpo y con la comida, desaprendiendo hábitos y pensamientos negativos.“No estoy a favor de las dietas”, aclara de entrada, “sino que hablo de la alimentación intuitiva”. Su lema es que para empezar a cuidarse hay que dejar la dieta . “Puede sonar contradictorio, pero es la verdad”.Villegas considera que hay actitudes sociales como la ‘ gordofobia ’, acciones y comportamientos discriminatorios hacia los cuerpos gordos. Se nota en el mercado laboral, en el área de la moda, en el sistema de salud. Pero también es un problema internalizado. “Es un miedo a engordar que causa estrés y afecta la salud”. Una respuesta a esto, dice, es el movimiento Salud en todas las tallas , que no se centra en el peso del paciente (pues hacerlo aumenta el estrés), sino en marcadores de salud como la sangre, la digestión, la insulina. “Sin tocar la báscula”.Ella recomienda una desintoxicación de contenidos que ponen a ciertos cuerpos (pueden ser delgados) como superiores y a otros (los gordos) como inferiores . “Tienes que comenzar a consumir contenidos que contemplen que hay diversidad de cuerpos”, y que no está bien hacer juicios morales sobre una persona gorda como ‘vaga’, ‘indisciplinada’ o ‘triste’.¿Por qué? Estas etiquetas son las que crean en nosotros el miedo a engordar, la creencia de que subir de peso es lo peor que puede sucedernos. Y dañan nuestra relación con el cuerpo y la comida.“Cuando me percibo cómoda con mi estatura, tamaño y forma, tengo una buena aceptación de mi imagen”, indica la doctora Glenda Pinto, psicóloga clínica. Pero esa percepción puede estar empañada, pues se la mira a través del canal de la formación en casa, las relaciones afectivas con quienes nos enseñaron, la cultura y las experiencias personales. Una de las mayores confusiones está en centrar la imagen corporal en la referencia del peso. “Es importante que usted analice si el peso le molesta porque afecta su salud o porque cree que debe calzar dentro de un ideal”.Una persona con una buena autoimagen corporal, en el caso de tener que seguir un régimen alimenticio, lo hará sin mayor ansiedad. “Quienes sí tendrían dificultades son los que han aprendido o experimentado que (con un poco de peso extra) no son bellos o aceptables”.Para este grupo, el peso no es solo un problema físico, sino un trauma. “O puede ser la forma de la cara, la nariz, el cabello, cualquier cosa en que uno se fija de forma recurrente”. En este caso, sin ayuda, se puede ir fácilmente a la depresión, y de allí a algún trastorno de la alimentación.Estos trastornos comienzan con el afán de ser aceptados sin haberse aceptado a sí mismos, independientemente de la apariencia. Aceptación tampoco significa indiferencia a lo que pasa con el cuerpo. “Si me acepto como soy, amaré más mi cuerpo, que es mi herencia, y me cuidaré porque querré lo mejor para él”.En cuanto a la tendencia de body positivity , la doctora Pinto dice que le parece saludable siempre que se enfoque en la aceptación de uno mismo para entonces poder cuidarse. “Lo que no está bien es la autocomplacencia, sentir que no hay para qué cuidarse ni para qué esforzarse ”. Eso, dice, es derrotismo, “no me considero capaz de cambiar mi situación, me dejo estar, me abandono”.Esto no es algo que se solucione con una dieta restrictiva. Hay que tratar el problema de fondo, que suele ser una depresión. Ocurre lo mismo con la oferta de la publicidad. La persona cree que va a mejorar el cabello con un tónico, “cuando lo que necesita es un cambio interno, una alimentación más nutritiva, con más proteínas”.La estrategia, dice Pinto, funciona mucho más con las mujeres. “Tendemos a utilizar el pensamiento mágico, y estamos dispuestas a pagar lo que sea por un producto antiarrugas”, cuando hay muchas otras cosas que se pueden hacer para mejorar la piel.Algunas señales de alerta que da la doctora Pinto para reconocer si hay un problema de imagen corporal.Las respuestas afirmativas indican un problema de autoestima y es necesario buscar una asesoría profesional. Le ayudarán a ordenar sus prioridades. No es que usted necesite cambiar para después aceptarse. Debe aceptarse primero para entonces cambiar lo que esté en sus posibilidades.“ Hemos aprendido a tener un diálogo interno negativo ”, expresa la especialista, y necesitamos desarrollar el hábito positivo de hablarnos con más amabilidad, concentrarnos en lo que le viene bien al cuerpo: comida, bebida, ejercicios, sueño y recreación, o algo tan básico como la respiración.¿Qué tiene que ver la respiración en esto? En que la damos por sentado. A pesar de estar tan enfocados en la imagen corporal, vivimos muy despegados del cuerpo. Como un primer paso hacia una reconciliación con nosotros mismos, la doctora Pinto propone aprender a respirar. “La respiración es una forma de alimentación: estoy adquiriendo oxígeno, permitiendo el flujo de dopamina y liberándome de toxinas”.Mientras más control tratemos de ejercer sobre la comida, y mientras más midamos lo que ingerimos y cataloguemos y los alimentos como buenos y malos, peor será nuestra relación con ellos.Pili Villegas explica que es necesario replantearse la relación con los alimentos , sin cosas prohibidas, sino una variedad de comidas disponibles y permiso para probarlas todas en su debido momento, de manera que no haya antojos. Las restricciones suelen dar paso a los atracones. Cuando la persona finalmente tiene acceso a aquello que se ha negado por largo tiempo, come más de la cuenta sin poder detenerse. La comida es neutral, opina la asesora, cada alimento tiene su función. Un helado tiene una función social, causa placer y conexión entre los que lo disfrutan juntos. “Y una ensalada tiene una función nutritiva”. La frecuencia depende de estas funciones.Con esto concuerda la periodista y editora especializada en alimentación y salud Laura Caorsi, quien en un hilo reciente en Twitter describió el comer como una necesidad fisiológica (para estar vivos), pero también emocional: para sentirnos vivos , sentir bienestar, a solas o con otros.Una de las causas de la obesidad es la pobreza, casi siempre de recursos económicos, pero también de conocimiento. Quien no puede comprar alimentos de la mejor calidad o no sabe prepararlos de la mejor manera, sigue siendo un ser humano que necesita comer y sentirse bien. ¿Cómo lo suple? Con comida rápida, por ejemplo. Es barata, abundante y la publicidad la asocia con alegría y unión familiar.Caorsi hace notar que el término obesidad se usa con una fuerte carga estética o moral : cuerpos no bellos, cuerpos indisciplinados. Pero la obesidad es una enfermedad (una pandemia, según sostiene desde hace años la OMS), la acumulación excesiva de grasa corporal precursora de otras enfermedades. Debería ser tratada con objetividad, pero no con juicios de valor o criterios estéticos. (F)

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