La libreta puede estar vieja, el lápiz mordido y la letra corrida. Aun así, lo que ahí se escribe tiene valor. El journaling, o escritura personal, no exige buena caligrafía ni creatividad. Requiere, más bien, algo que suele costar más y es ser honestos. “Es una forma de autoexpresión y autoescucha que nos permite conectar con nosotros mismos desde un lugar compasivo, íntimo y sin juicio”, explica la psicóloga mexicana Paloma Palacios, terapeuta, escritora y especialista en escritura terapéutica. Lleva años hablando sobre este tema desde la clínica y desde redes sociales, donde enseña que no se trata de hacer algo bonito, es un espacio propio con lo que se tiene a la mano.