Una investigación internacional, que contó con la participación del Centro Senckenberg de Alemania y la Estación Biológica de Doñana-CSIC de España, relevó que la mayoría de los osos pueden adaptar su dieta en torno al clima y disponibilidad de alimentos lo que representaría un cambio de su intervención en los ecosistemas.

El Centro Superior de Investigaciones Científicas informó a través de un comunicado que el estudio sugiere que este cambio de rol por parte de los omnívoros podría fortalecer la resiliencia de diversos ecosistemas en relación a los cambios ambientales en el mundo.

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Los osos se posicionan como verdaderos omnívoros, poseen una dieta diversa que puede consistir en bayas, raíces, nueces y pastos. Sin embargo, también puede estar compuesta por peces. La composición de la dieta depende de la especie y de la estación del año.

A pesar de ello, la flexibilidad de su dieta les permite estar presente en numerosos hábitats desde la tundra ártica hasta los densos bosques tropicales. Dentro de los ejemplos destacados, los osos pardos tienen a las bayas o nueces como su principal fuente de alimento en verano. Por otro lado, la carne se posiciona durante la primavera.

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Jörg Albrecht, investigador del centro SBik-F, destaca: “A diferencia de la mayoría de los demás grandes carnívoros, los osos tienden a preferir una dieta baja en proteínas y la mayoría de las especies poseen menos adaptaciones anatómicas y fisiológicas para el consumo de carne. Esta flexibilidad les permite tener una dieta excepcionalmente variada”.

La versatilidad presente en la dieta de los osos les permite asumir múltiples roles ecológicos durante el desarrollo de caza de presas, alimentación de plantas y carroña junto con dispersión de semillas. Lo que representa un impacto directo en el crecimiento y distribución de plantas con influencia en la población de presas.

Los osos tienen una dieta mayoritariamente carnívora en zonas con poca disponibilidad de alimentos y estaciones de crecimiento cortas. Por otro lado, en zonas productivas con temporadas de crecimiento largas se posiciona el alimento vegetal como opción principal.

El estudio destaca que la versatilidad de los osos también se desarrolló en el pasado. “Nuestros análisis de isótopos de huesos fósiles del Pleistoceno tardío y el Holoceno mostraron que el oso pardo europeo cambió progresivamente hacia una dieta basada en plantas a medida que la producción primaria aumentaba y los periodos de vegetación se alargaban tras la última glaciación, hace unos 12.000 años”, mencionó Hervé Bocherens del Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente en la Universidad de Tubinga.

Dentro de las conclusiones se destaca la posibilidad de adaptabilidad por parte de los osos, que pueden pasar de ocupar los niveles más altos de los ecosistemas a tener presencia en la parte baja de la red trófica. El equipo lo nombra “recableado trófico” y destaca el papel de la megafauna omnívora en la estabilidad del ecosistema ante los peligros globales, como el cambio climático.

“Los grandes carnívoros contribuyen a la resiliencia y estabilidad de los ecosistemas, algo esencial en un mundo que está cambiando rápidamente”, destacó Nuria Selva, investigadora de la Estación Biológica de Doñana. (I)