La raya águila, en Ecuador continental, está presente desde las costas de Esmeraldas hasta el norte de la provincia de El Oro. También habita en las islas Galápagos. Su forma, manchas y su característico estilo de surcar el océano las hacen una de las especies marinas más empáticas. Pese a que habitan en una gran extensión marítima y que está enlistada en la categoría de Vulnerable, hay muy poca data de la especie.

Recién en marzo de 2019, a través de un acuerdo ministerial se prohibió la retención de las rayas águilas capturadas en faenas de pesca.

En el país se han encontrado individuos en los diferentes puertos pesqueros como el de Chanduy (Santa Elena) y Santa Rosa (El Oro). Esto se da porque hay poca información en general sobre la especie en la comunidad pesquera. Actualmente se prohíbe la pesca dirigida, pero hay pesca incidental”, indica Ian Ronquillo, codirector de la red regional Aetos ID Ecuador.

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Hay cinco especies reconocidas en todo el mundo: Aetobatus laticeps, A. ocellatus, A. flagellum, A. narutobiei, A. narinari. La primera es la que habita en el país. Esta especie pasa mucho tiempo cerca de la superficie del mar, su musculatura muy desarrollada le permite este comportamiento a diferencia de las rayas de arena. Sin embargo, también descienden al fondo marino para alimentarse y descansar. Se las puede encontrar cerca de las costas, ya que allí se encuentra su alimento, que esencialmente son moluscos y crustáceos.

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“Uno de los factores que influyeron para que haya pocos datos de esta especie a nivel mundial es que antes había menos métodos y tecnología para distinguir una raya águila de otra. Hasta el 2010 o 2011 solo se creía que existían dos especies”, señala Alejandra Castelo, directora y fundadora de Aetos ID México.

No hay mucha información de la especie en el país. Expertos levantan datos. Foto: Dana Bjarner

De hecho, hay sitios donde no se sabe si las especies de rayas águilas que habitan en la zona pertenecen a las reconocidas por la ciencia hasta el momento: “Es probable que la especie de las islas Galápagos sea diferente a la Aetobatus laticeps, por ejemplo. Esto revela una pregunta importante: ¿cómo podemos cuidar una especie si no sabemos tanto de ella?. Por eso se necesita que los buzos ayuden en esta labor”, añade.

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Esto es confirmado por Ronquillo. Asegura que las rayas águilas de las costas continentales ecuatorianas (Aetobatus laticeps) no tienen los mismos patrones de manchas de las que habitan en el archipiélago: “La comunidad científica actualmente está realizando estudios para saber cuál es la diferencia entre estas. Tal vez hablaríamos de un ecotipo (que tengan otro tipo de manchas, pero que sean de la misma especie) como pasa con las orcas. Por esto, es de vital importancia levantar información en el país”.

La raya águila tiene diferentes amenazas a nivel mundial: la pesca dirigida e incidental, degradación de su hábitat o actividades turísticas no controladas y reglamentadas. Además, tiene un crecimiento bastante lento, paren pocas crías y sus periodos de gestación son largos (hasta doce meses) lo que complica la recuperación de las poblaciones.

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Para Cecilia Torres, de la organización Pacífico Libre, el levantamiento de información sobre la raya águila en Ecuador es fundamental, ya que “se sabe que el acuerdo ministerial se puede caer si una especie no es investigada y no se demuestra el valor que tiene”.

Es por eso que Pacífico Libre organizó, el 19 de mayo pasado, un webinar dedicado a buzos y apneistas recreativos o profesionales para que ayuden con el registro de la especie. En este taller se explicó que se ha desarrollado dos tipos de metodología para levantar datos. Una es la fotoidentificación y la otra es la ciencia ciudadana, indica Ronquillo.

La primera es una herramienta que ayuda a tener un registro fotográfico o de video de los individuos. A través de un software se organizan las imágenes en una base de datos y las diferencia entre sí con base a las machas de las rayas. La captura de imágenes la pueden hacer los buzos o personas que realizan actividades de snorkel y luego contactarse con la organización o enviar los registros al correo electrónico proyecto.aetos@gmail.com.

“En el país necesitamos más dato sobre su alimentación, en qué sitios se congregan más... Hay lugares como la isla de la Plata o el islote El Pelado que son atractivos turísticos por la observación de estas rayas”, dice Ronquillo. (I)

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