El crecimiento de una ciudad deja huellas positivas y negativas con mayor o menor impacto, algunas de ellas como la contaminación del aire, el agua y el suelo, la deforestación, la pérdida de biodiversidad y la expansión urbana no planificada, explica Verónica Arias, directora ejecutiva de CC35 (Ciudades Capitales de las Américas frente al cambio climático).