La capacidad de volar resulta tan poderosa, tan mística, que bien parece estar conectada con algún acto de encanto, embrujo o hechicería. O quizás con un milagro. Sería difícil de explicar. Solo quedan sensaciones como aquella que percibió el guayaquileño Raúl Guerra durante el segundo día de vuelo en el torneo abierto de alas delta de Estados Unidos (US Open de Hang Gliding, del 10 al 17 de abril), en Groveland, Florida, competencia a la cual ha asistido desde hace 18 años y que reúne a los mejores pilotos a nivel mundial.
“Luego de más de 3 horas en el aire y cerca de la meta, me encontré muy bajo, casi por aterrizar; el colega que venía a mi lado aterrizó y de la nada, como por magia, apareció un águila americana cabeza blanca que me mostró el camino de la ascendencia, una corriente de aire que me permitió subir de 200 metros hasta 1.300 metros, que fue la altura que me hizo llegar a la meta. Fue algo increíble y fantástico, una ayuda inesperada de la naturaleza que cambió el curso de los resultados, como dije, ‘mágico’”.
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Esa magia lo ha acompañado por dos décadas de practicar este deporte que lo ubica actualmente en el séptimo puesto del top ten mundial, indica, según los resultados de esa competición que también lo posicionó en lugares de privilegio en los años 2015 (séptimo en el ranking), 2013 (noveno) y el 2006 (décimo).
Tal desempeño sitúa al Ecuador como una potencia del cielo, de las nubes, del viento, a través de este deporte realizado con un aparato sin motor, diseñado para planear a partir de un prototipo de Francis Rogallo, ingeniero de la NASA que desarrolló la denominada ala flexible (o ala Rogallo) que, durante de la década del 50 y parte del 60, fue investigada como un paracaídas por los expertos de la misión Apollo. Pero no prosperó.
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En 1963, el australiano John Dickenson realizó un rediseño que bien puede señalarse como el primer hang glider moderno (alas delta) empleado de manera deportiva, haciéndose muy popular en Europa y Estados Unidos. Los primeros campeonatos del mundo se celebraron en 1976, en Austria.
“La verdad, Ecuador es el país de los sueños para los voladores, y Guayaquil es el principal lugar de despegue, con las mejores condiciones”, menciona este porteño de 55 años que también practica surf, parapente y alas delta motorizada, y que nos permite conocer mucho más sobre esa actividad.
¿Cómo comenzó a volar en alas delta?
En 1986 viajé a Brasil a realizar mis estudios de Odontología, fue en ese país que tuve un acercamiento con esta actividad que siempre me llamó la atención, ya que mi sueño desde muy chico siempre fue poder volar. Recuerdo alguna ocasión ver, desde la ciudadela Los Ceibos, este tipo de cometas que despegaban de cerro Azul (km 13 de la vía a la costa), así como de Bellavista. Uno de los pioneros del deporte en Guayaquil fue Ernesto Estrada.
¿Cómo fue su primer vuelo en solitario?
En Curitiba (Brasil) un amigo instructor me enseñó. Mi primer vuelo en solitario fue en Terra Rica, desde un cerro de 300 metros de altura, desde ya supe que era lo mío y nunca más lo pude dejar.
¿Tiene alguna anécdota de estos inicios?
Como estaba todavía en fase de aprendizaje, me pasé de largo en mi segundo aterrizaje, llegando a una plantación de maíz, aterricé allí y desaparecí en medio de las plantas.
¿Dónde suele volar en Ecuador y qué tan a menudo?
Soy de Guayaquil y me demoré 20 años en descubrir el cerro Bototillo, en el cual trabajé arduamente construyendo un camino para poder volar aquí, en mi ciudad, luego se convirtió en el mejor lugar de vuelo del Ecuador, tanto así que pudimos organizar un mundial, pero de parapente, con la presencia de 150 pilotos de todo el mundo. Allí es donde más vuelo y donde he tenido la oportunidad de entrenar para llegar a esos resultados.
¿Qué es lo más importante que debe saber una persona que vuela parapente?
Hay una mezcla de conocimiento y respeto a la naturaleza, en este caso al clima, y las condiciones al momento de despegar. Debes ya tener en tu cabeza el plan de vuelo y tu plan de emergencia, por si algo no sale como lo esperado.
¿Cómo se valora un buen vuelo en parapente, qué califican los jueces?
Existen varias modalidades; creo que la mejor mide la distancia. El participante que logra el mayor número de kilómetros hace el mejor vuelo. Hemos visto vuelos desde Guayaquil casi hasta Portoviejo (Manabí). Balzar (Guayas) es otro destino para los vuelos, los jueces califican el menor tiempo a realizar en una distancia que suele ser entre 80 y 120 kilómetros.
¿Cómo fue su participación en el reciente US Open de Estados Unidos?
Fueron 7 días de competencia, con 5 salidas válidas, volando en total 18 horas y 365 kilómetros en total, con condiciones excelentes y vuelos muy técnicos. Llegué al séptimo puesto (Estados Unidos, Italia y Canadá ganaron el primer, segundo y tercer lugar, respectivamente). Es la cuarta ocasión que consigo este logro para nuestro hermoso país Ecuador; con orgullo llevo por años la bandera del Ecuador en mis viajes para poder elevarla en lo más alto. Nada mejor que ser ecuatoriano en un momento de estos.
¿En qué otras competencias participará en el futuro?
Luego de esta clasificatoria hemos obtenido un cupo en el mundial de alas delta en Macedonia, en julio; espero que tengamos el apoyo de nuestros gobernantes para seguir dejando el nombre del país en alto y seguir comentándoles a los competidores de todo el mundo los hermosos lugares que tenemos en Ecuador para volar, ya que tenemos todos los tipos de vuelos en un solo país pequeño como Ecuador y rico en su naturaleza: vuelos de playas en nuestros hermosos balnearios, vuelos de distancia y tierras planas en Guayaquil, vuelos de alta montaña en nuestro maravilloso Andes. El país de los cuatro mundos es realmente un territorio para la magia. (I)