Queridos lectores: la anécdota de hoy es de la vida real y me llena de orgullo porque la he vivido en familia. De esas cosas que suceden entre niños, estaba un grupo de pequeños mirando cómo pasaban los carros y a algunos de ellos se les ocurrió tirarles piedras. Mi nieto estaba en el lugar, pero no las lanzaba, no se unió a la gallada. Pasó por allí una tía, bajó el vidrio y él inmediatamente la saludó. Los niños que tiraban piedras, inmediatamente las escondieron en sus espaldas y luego dejaron de hacerlo, pues se dieron cuenta de que era un error.