Los arándanos, valorados por su sabor, su alto contenido de antioxidantes y vitamina C, enfrentan un gran obstáculo en su comercialización: su fragilidad y corta vida útil.
Para resolver este problema sin recurrir a aditivos sintéticos ni plásticos contaminantes, investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) desarrollaron una innovadora lámina activa a base de almidón de yuca con aceites esenciales de mentol y limoneno, capaz de prolongar la frescura de estos frutos y reducir el desperdicio en la cadena de poscosecha.
El diseño estuvo a cargo de Sofía Castellanos González, estudiante de la Maestría en Ciencia y Tecnología de Alimentos, quien trabajó en el Laboratorio de Empaques y Vida Útil de Alimentos del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos (ICTA) de la UNAL. Su objetivo fue crear un material biodegradable, funcional y adaptable al empaque comercial de frutas como los arándanos, especialmente vulnerables a hongos como Botrytis cinerea.
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¿Cómo funciona la lámina?
El material se elabora mediante un proceso de extrusión en caliente que permite obtener una película delgada, flexible y completamente biodegradable. Esta se enriquece con mentol y limoneno, compuestos presentes en aceites esenciales de menta y cítricos, reconocidos por sus propiedades antimicrobianas. En lugar de mezclarse directamente, estas sustancias se incorporan por saturación en un ambiente cerrado, garantizando su efectividad y evitando su evaporación prematura.
Una vez impregnadas, las láminas de aproximadamente 0,7 mm de espesor se colocan dentro de contenedores microperforados que almacenan entre 90 y 100 gramos de fruta.
Resultados destacados
Las pruebas realizadas en laboratorio demostraron que los arándanos empacados con estas láminas mantuvieron mejor su textura, color y peso. En refrigeración, los frutos tratados con mentol duraron hasta 47 días en buen estado, comparado con los 24 días de vida útil promedio en empaques convencionales, lo que representa un aumento del 50 % en su conservación.
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Además, el análisis microbiológico reveló una notable disminución en la presencia de hongos. Los frutos sin protección desarrollaron múltiples colonias fúngicas, mientras que los protegidos con la lámina activa solo mostraron Cladosporium, sin rastros del agresivo B. cinerea.
Esta solución no solo beneficia a los productores al reducir las pérdidas por deterioro, sino que también representa un avance hacia una agroindustria más sostenible, al disminuir el uso de plásticos de un solo uso y aprovechar subproductos agrícolas como el almidón de yuca.
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El desarrollo ya ha captado el interés de una empresa local, que ha iniciado pruebas para su escalamiento industrial, dado que los materiales son económicos y el proceso es fácilmente replicable.
La investigadora Castellanos indicó que esta tecnología también podría adaptarse a otros frutos sensibles, ajustando los compuestos activos según los microorganismos más frecuentes, con el propósito de ampliar su impacto en la cadena agroalimentaria del país y abrir nuevas oportunidades de exportación. (I)