La vacuna contra el COVID-19 se convirtió en realidad en menos de un año, lo que demuestra un avance médico sin precedentes.

Desde su fase inicial hasta estar lista para probarse en personas, transcurrieron unos 8 meses. En comparación con otras vacunas el tiempo se redujo considerablemente. Por ejemplo, para que aprobaran la del sarampión (uno de los períodos más cortos hasta ahora) pasaron 10 años.

Esto sucede debido a los avances tecnológicos y al surgimiento de una pandemia mundial, que hizo que se invierta más dinero en su fabricación. Como la realización de pruebas es un proceso caro, eso hace más lenta la salida de nuevas vacunas.

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El método que usan las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna es el de ARN mensajero. Comenzó a probarse en los noventa y se ha venido perfeccionando. Otras vacunas se hacen con virus debilitado o una parte de este, pero las vacunas génicas hacen que el cuerpo produzca una proteína del patógeno y así activar el sistema inmunitario.

Es importante tener en mente que las investigaciones que se estaban haciendo desde las epidemias de SARS y MERS han contribuido a que los avances se hayan dado más rápido, explicó el y profesor de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos Norbert Pardi a la BBC.


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Fuentes: OMS, CDC, Infografía de andy brunning / compound interest 2020 bajo licencia CC, https://www.historyofvaccines.org/, Diario El país de España y BBC.