Aquiles es un perro blanco mestizo que, aparentemente, se había lanzado desde un puente en Portoviejo para suicidarse debido a la difícil vida que estaba teniendo, abandonado y herido en las calles, ya que le habían disparado perdigones. “Estoy convencida de que quería quitarse la vida… Hoy es el perro más saludable y alegre del mundo. Fue un milagro”, indica Verónica Fernández, fundadora y directora del albergue El Perro Feliz, en Bahía de Caráquez, lugar adonde Aquiles fue llevado por unas rescatistas tras haber sido encontrado inconsciente después de tremenda caída.

Lorenzo es otro caso. “Él llegó paralítico al albergue, no podía caminar, tenía huecos en los huesos de las patas… Pero ahora Lorenzo corre en la playa, se baña en el mar y es feliz”, narra Verónica sobre otro huésped de ese albergue, que funciona como respuesta a una difícil situación nacional que las autoridades se resisten a aceptar: la proliferación de perros abandonados en las calles.

El albergue canino El Perro Feliz abarca 16 hectáreas en Bahía de Caráquez (Manabí). Foto: Chantal Fontaine (cortesía).

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¿Cómo resolverlo?

Este es un problema grave en las diversas provincias del Ecuador, ya que se multiplican de forma exponencial. Por ejemplo, una perra puede parir dos veces al año un promedio de seis cachorros en cada camada, de los cuales la mitad pueden ser hembras. Y estas pequeñas, a su vez, después de doce meses podrán quedar preñadas también dos veces al año… y así sucesivamente. Es decir que esa primera hembra puede generar al cabo de siete años —considerando que todos los canes siguen reproduciéndose— cerca de 400.000 perros.

“Es una locura”, considera Verónica, guayaquileña que hace cuatro años comenzó a ayudar a la elevada población de perros sin hogar en Bahía de Caráquez, ciudad donde reside desde hace 32 años. “Después del terremoto del 2016, los pobladores comenzaron a migrar hacia otras ciudades y los perros se quedaban solos en las casas destruidas. Así que con una amiga (Rocío López) comenzamos a rescatarlos para ubicarlos en un albergue, que comenzamos con unos 50 animales. Pero ahora son más de 300”, indica la sensible ciudadana sobre esa iniciativa que comenzó en el solar de esa amiga, pero que luego se trasladó a otro terreno más amplio, de 16 hectáreas, con colinas, donde los animales tienen más espacio. Así nació la Fundación El Perro Feliz.

“Hace tres años, un estudio determinó que había cerca de 30.000 perros —con y sin dueño— en Bahía de Caráquez y (la contigua población de) San Vicente, y eso que la población de Bahía era como de 20.000 personas entonces”, indica Verónica, quien decidió que dedicaría sus esfuerzos y recursos personales para combatir esa situación. Gracias a ello, por ejemplo, el año pasado lideró una campaña que esterilizó a 1.300 hembras.

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La esterilización masiva es la única vía, señala, para lo cual considera necesario que el sector público —Gobierno central, prefecturas y municipios— emprenda campañas. “Solo así será posible controlar la sobrepoblación de perros”.

Para ello resulta imprescindible establecer una legislación que realmente combata el maltrato animal. “Las leyes están más estructuradas… Si alguien denuncia un caso, esa persona debe contratar abogados con sus propios recursos para sancionar al culpable. Eso no debería funcionar así”, sentencia Verónica sobre la tímida respuesta del sector público para involucrarse en esos casos.

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Hay que ayudarlos

Aquiles, Lorenzo, El Viejito, Lulú, Canela, Simón, Marina, Samanta, Félix… son algunos de los perritos que tienen una historia que ahora es feliz gracias a este albergue. Pero la solución no está en una sola iniciativa, sino en la concienciación ciudadana.

Por ello, el año pasado invitaron a gran cantidad de alumnos de las unidades educativas de Bahía de Caráquez para que conozcan el refugio y aprendan sobre la importancia de proteger a los animalitos abandonados. “Tres de esos niños rescataron perritos que llevaron al refugio”.

“Nosotros queremos seguir en esta misión que nos llena el corazón de alegría: salvar las vidas de los perritos”. Para ello también atienden a los perros especialmente vulnerables, entre ellos a nueve perritos que requieren sillas de ruedas especiales para que puedan movilizarse. “Y viven felices”.

Sin embargo, considera que todo ese trabajo resulta mínimo comparado con la magnitud del problema. Verónica quisiera que Ecuador imite el modelo de Holanda, país donde, según indica, no hay perros callejeros debido a la iniciativa del Gobierno. “Impuso leyes muy estrictas” para evitar la reproducción de los animales. “Para que un dueño pueda reproducir a sus perros debe pagar una cierta cantidad de dinero para conseguir el permiso”.

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Además, se emprendieron campañas agresivas para que las personas eviten comprar mascotas, sino que las adopten de los refugios. Ese es el objetivo que debería cumplir el país, porque este asunto debería ser de interés nacional.

“El abandono animal es una situación terrible en el Ecuador”, insiste Verónica, quien invita a que en este 2021 los sectores público y privado emprendan acciones que logren un cambio verdadero, porque “no podemos continuar así".

Contacto: Instagram @elperrofelizorg, www.elperrofeliz.org. Donaciones: cuenta corriente 36012226 del Banco Guayaquil, RUC 1391919735001.