No hay una definición universalmente aceptada de lo que es la juventud; las Naciones Unidas propone señalar a los jóvenes como aquellas personas de entre 15 y 24 años (a pesar de que la Convención sobre los Derechos del Niño acoge a personas hasta los 18 años). Cada país maneja sus propios conceptos, dependiendo del contexto cultural, económico y político.

¿Cuáles son los mayores desafíos a los que se enfrentan ellos hoy? Dos documentos recién publicados por las Naciones Unidas, en torno al Día Internacional de la Juventud (12 de agosto) dan una pauta.

Hay empleo formal, pero no considera a los jóvenes

El Reporte Mundial de la Juventud, según la Agenda 2030 para el Desarrollo Sustentable, informa que 142 millones de jóvenes en edad de estar en bachillerato están fuera del sistema escolar, y muchos de ellos ni siquiera han podido obtener una educación primaria aceptable.

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En muchas regiones del mundo, las jóvenes enfrentan dificultades específicas, en términos de acceder y completar su educación. Ser mujer es un factor importante, al que se suma la pobreza, la ruralidad, la discapacidad y tener estatus de migrante o refugiado. Las desigualdades en el acceso están acentuadas por la discriminación y la violencia que viven regularmente estos grupos.

Aun en las regiones en que la economía había empezado a recuperarse (antes de la pandemia), las condiciones de empleo para la juventud empeoran cada año. Hay 71 millones de personas jóvenes sin empleo, y varios millones más en situaciones precarias o informales.

La Organización Internacional del Trabajo estima que 156 millones de jóvenes en países con ingresos medios y bajos viven en pobreza, aunque estén empleados. Nuevamente, conseguir y retener un trabajo decente es más serio y complejo para los vulnerables y marginalizados, incluyendo jovencitas, chicos que viven en áreas de ayuda humanitaria, con discapacidades, migrantes y minorías sexuales.

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El emprendimiento ofrece oportunidades a algunos jóvenes, pero una estrategia más robusta y diversa debería incluir opciones y oportunidades para todos. El Reporte señala la necesidad de programas que reconozcan y se acerquen a los contextos individuales y socioeconómicos en los que los jóvenes viven, más que aferrarse al discurso de que “hay empleo formal para los que tienen ciertas habilidades, ¡si tan solo los jóvenes no estuvieran tan mal preparados¡”.

El emprendimiento como un camino con potencial

El otro documento al que nos referimos es el Reporte Mundial Emprendimiento Social Juvenil y la Agenda 2030. Al menos 600 millones de empleos tendrían que crearse durante los próximos 15 años para satisfacer las necesidades laborales de los jóvenes. Se estima que 96,8 % de todos los jóvenes trabajadores en países en desarrollo están en el área informal de la economía. En muchos casos, el bajo empleo juvenil enmascara la pobreza en la calidad del trabajo.

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La proporción de jóvenes que no están estudiando, trabajando ni entrenando para hacerlo (el término en inglés es ‘neet’ y en español es ‘nini’) se ha estancado muy alto en los últimos 15 años y ahora está en 30 % para mujeres jóvenes y 13 % para hombres, en todo el mundo.

Esto solo alimenta la constante frustración en que viven los jóvenes. La propuesta, en este caso, es mirar hacia la gran oportunidad que es el emprendimiento social bajo condiciones justas. Los jóvenes podrían explorar el mundo del trabajo en sus propios términos y avanzar hacia el empleo sustentable. “El emprendimiento apalanca los talentos y capacidades de los jóvenes (...) y les ofrece una avenida para expresar sus puntos de vistas y tener impacto en la sociedad”, argumenta el reporte, “pero ellos están todavía excluidos de las decisiones legales y políticas que afectan sus vidas”. (I)