En el siglo XV, los maestros japoneses Murata Juko y Sen no Rikyu establecieron el estilo de ceremonia del té llamado wabi-cha, para el cual, en vez de la bella cerámica importada de China, eligieron piezas locales comunes, imperfectas y rústicas, sin colores ni diseños ornamentales. Al parecer, querían más apreciación y menos distracciones.