En un terreno de treinta hectáreas se asienta el parque Metropolitano, en la vía de ingreso al sector de Las Iguanas, noroeste de Guayaquil. A este espacio, que era parte del relleno sanitario, se accede desde el km 14,5 de la vía a Daule.
Detrás de un largo muro de cemento, asoman los taludes con decenas de árboles que se han sembrado o replantado de otros sectores de la urbe.
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El gigante parque, que fue inaugurado por el Municipio local en el 2014, es uno de los más representativos del noroeste de Guayaquil, una de las zonas de mayor crecimiento poblacional en la urbe.
Esta área recreativa tiene dos sectores donde niños, jóvenes y adultos, sobre todo de grupos familiares de zonas aledañas, comparten distintas actividades al aire libre.
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En la primera parte, los usuarios acceden a pie a través de un camino de hormigón que conduce hacia lo alto del lugar, donde se ubican juegos para niños, espacios de contemplación, glorietas, camineras naturales y miradores. Desde allí se puede observar varios paisajes de ese populoso sector, incluyendo la zona industrial, ubicada en las inmediaciones.
Alejados del polvo y ruido de la vía que lleva flujo de autos y buses hacia La Ladrillera, los usuarios también pueden disfrutar de un espacio de un área de pícnic en medio de decenas de árboles. Ahí cuentan con 15 espacios disponibles para preparar alimentos en una parrilla.
En la segunda sección del parque, situada metros adelante, frente a Ecocity, una mañana de este mes tres niñas jugaron en una cancha de fútbol de césped sintético con su padre, César Salazar, como parte de su mañana de esparcimiento.
Ante el intenso sol de ese día, ellos buscaron refugio en la sombra que daban árboles situados sobre un área de máquinas biosaludables.
Ahí Salazar, morador de Flor de Bastión, contó que gusta de ese parque por la presencia de espacios naturales, sobre todo de árboles, y en el caso de sus hijas siempre quieren asistir por la piscina que alberga esa sección del parque.
En la segunda área del parque también se replican los juegos de niños, glorietas, mesas y bancos de cemento para contemplación, canchas múltiples, ciclovía, pista para trotar, entre otros.
Kevin Chuqui, otro morador de Flor de Bastión, también consideró importante este espacio de naturaleza para el sano esparcimiento de los vecinos y agregó que cuando tiene menos ocupaciones suele asistir para jugar fútbol con sus primos en las canchas.
Mientras, Paola Yoza, habitante de La Ladrillera, resaltó el aporte de la naturaleza para acompañar sus jornadas de trote cuando tiene tiempo, aunque por ahora el trabajo en un local de comidas la mantiene alejada de esas actividades. Antes de la pandemia, cuando disponía de mayor tiempo ella solía trotar a las 07:00. Además, comentó que hay grupos que se organizan para hacer el mismo deporte en el lugar de manera frecuente.
De igual manera, sus cuatro hijas de 3, 4, 17 y 21 años, junto a las amigas de ellas, suelen también asistir al parque para caminar, dialogar en los espacios comunes e incluso compartir alimentos en una tarde de fin de semana.
Aquello también es replicado por varias familias los sábados y domingos, aprovechando que la mayoría tiene descanso de sus actividades laborales. Justamente esos días varios de los comercios aledaños tienen clientela de los asistentes al parque.
Por ejemplo, en un restaurante ubicado frente al parque, llegan grupos familiares en búsqueda de bebidas o comida que llevan para compartir en el parque o buscan refrescarse o alimentarse a la salida, dijo Yoza, quien además labora en un local de alimentos en los alrededores del espacio recreativo.
En los taludes del segundo sector suelen ubicarse los grupos familiares para compartir alimentos, sobre todo los fines de semana.
Como aspecto negativo, al igual que en otros espacios públicos de la urbe, los vecinos consideran la presencia de consumidores de H que en ocasiones intentan atravesar el muro que limita el sitio con la vía principal.
Asimismo, en algunos espacios como el área de pícnic aún permanecían restos de troncos o de desechos.
Ahora, varios guardias de seguridad privada se mantienen en vigilancia permanente en los accesos y además en las áreas comunes como juegos y baños. Aquello piden los asistentes que se mantenga de manera constante, para evitar posibles robos del mobiliario del lugar. (I)