El faro, en lo alto del cerro Santa Ana, es uno de los escenarios predilectos para disfrutar de la brisa del río Guayas y tomarse fotografías panorámicas de la zona central y el norte de Guayaquil.
Forma parte de un recorrido básico de quienes buscan conocer el Puerto Principal. Sin embargo, este emblema de la ciudad, que se puede volver en una especie de guía durante las noches por la luz que emite, ahora permanece con un aspecto inusual tanto en las paredes del interior como en la cúspide.
Una serie de escritos hechos por visitantes deslucen este icónico espacio de la urbe. En paredes interiores y en el balcón de la zona alta hay nombres de parejas, números telefónicos, dedicatorias, frases de amor, mensajes de amistad, entre otros.
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“Hoy fue un día especial, disfruté con mis amigos y me divertí en nuestro último año de colegio, los quiero, amigos”, se leía en un espacio del balcón de la cúspide de la obra, en medio de varios nombres plasmados allí.
Visitantes del cerro Santa Ana realizan paseos sin poder usar los baños públicos remodelados
En un recorrido realizado por este Diario, en esta segunda quincena de abril, algunos moradores y visitantes manifestaron su desazón por el escaso control para evitar que se vandalice este espacio turístico de la urbe.
“Es un desastre esto, la gente no sabe cuidar lo propio”, dijo un ciudadano que llegó al sitio.
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Otro visitante, Roberto Lindao, consideró que el sitio debería mantenerse con mejor cuidado, puesto que representa la impresión que se llevan quienes llegan de otras localidades nacionales y extranjeras. “Que se lleven esta imagen es una pena”, expresó.
La historia de Guayaquil se ilumina con el faro del cerro Santa Ana
Con un contrato de mantenimiento de obra civil en el sector del cerro Santa Ana se incluyó el mantenimiento del faro, tanto en el interior como en el exterior, indicó Freddy Jaluff, encargado del contrato.
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“A pesar de que existe guardianía en los alrededores se han presentado grafitis con plumas en las paredes”, reconoció el funcionario.
El hombre sostuvo que se dan trabajos de mantenimiento de pintura de forma constante.
El martes pasado, este Diario constató que un grupo de menores escribía en las paredes a pesar de la presencia de sus padres que los acompañaban en un paseo por ese espacio turístico.
Asimismo, varios espacios tenían la pintura desgastada y con aparición de moho. De igual manera, barandas de los balcones estaban con visible óxido.
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Allí, los guardias suelen hacer rondas para controlar la seguridad y que los visitantes usen de correcta manera los espacios. Sin embargo, durante la visita de este Diario no se observó la presencia permanente de custodios en el interior del faro, ni anuncios sobre evitar realizar escritos en la estructura.
Este emblema de la urbe tiene 18,75 metros de altura y se asienta a una cota de 85,90 metros sobre el nivel del mar. Para llegar al faro, los visitantes deben subir los 444 escalones del cerro en el que nació la Perla del Pacífico. (I)