Eran las viviendas más grandes y hermosas de Guayaquil en 1920: las denominadas casas haciendas, porque algunas tenían establos, caballos, carruajes, canchas, lagunas, piscinas.

El Centenario fue el primer barrio residencial de Guayaquil y se lo bautizó así por conmemorarse el centenario de la independencia del Puerto Principal del Ecuador.

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Ese proyecto inmobiliario se construyó como respuesta a una necesidad de crecimiento de la ciudad, por lo que se optó la expansión hacia el sur.

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Fueron 16 manzanas que comprendían desde las calles El Oro hasta Francisco Segura y desde Argüelles hasta la 6 de Marzo.

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El barrio Centenario, que tiene actualmente 1.239 habitantes y pertenece a la parroquia Ximena, se convirtió en un referente de Guayaquil de donde salieron dos presidentes de la República, Gustavo Noboa Bejarano y Clemente Yerovi Indaburo.

También alcaldes y vicealcaldes de Guayaquil, como el abogado Jaime Nebot Saadi, Luis Chiriboga Parra, entre otras personalidades.

Aurelio Paredes Cazar, quien tiene 60 de sus 65 años como residente en el Centenario, comenta que este ha sido un barrio de tradiciones, de una infancia muy feliz, llena de amigos de barrio que salían a jugar.

“Nos íbamos de casa en casa, visitando a los amigos, jugando; las empleadas que estaban regando las plantas, las señoras nos brindaban jugos, incluso hasta sánduches”, recuerda.

Añade que allí los juegos eran el salto más largo, a la pelota, las carreras, entre otros más representativos de esta ciudad que cumple 490 años de proceso fundacional este mes.

Y cuando ya crecieron un poco más, los juegos pasaron a reuniones para conversar en las esquinas en las conocidas “galladas” generacionales.

Aurelio explica que desde los adultos se reunían en grupos para departir, los adolescentes en otra parte del barrio. Los sitios de distracción eran el cine Inka, una fuente de soda Milko, varias discotecas e incluso un área donde se practicaba motrocrós hacia el sur.

 “Era un barrio donde todos nos conocíamos, desde los abuelos hasta los más pequeñitos, todo eso ahora ha cambiado por el cambio de sociedad”, comenta él.

El historiador añade que luego las ofertas inmobiliarias en el norte de Guayaquil y el comienzo en Samborondón convencieron a decenas de residentes de mudarse y dejaron el barrio a nuevos propietarios. Fue por eso que actualmente no hay esa amistad de años entre los residentes, dice.

El arco del barrio Centenario era un ícono que dividía al centro del sur de Guayaquil.

“El ADN de Guayaquil son los barrios, esas historias que se vivieron con vecinos que se volvieron como familia”, manifiesta Aurelio.

El arco del Centenario, tradicional entrada ubicada al ingreso del barrio en las calles Rosa Borja de Icaza y El Oro, marcó también parte de las particularidades del sector. Y luego fue derribado cuando hicieron la Metrovía, ya que impedía su circulación.

Vecinos de este emblemático barrio han vuelto a organizarse para conformar un gremio para promover el cuidado e integración del barrio en las celebraciones futuras, como la de este viernes 25 de julio.

Para este mes prevén realizar reencuentros, ferias con emprendedores del sector y más actividades con ayuda del Municipio para poder compartir y evocar recuerdos. (I)