Impecable, con su mascarilla bien puesta y su frasco de alcohol, Víctor Chiriboga Albán, el abuelito de Riocentro Los Ceibos, recibe a sus pasajeros en el parqueadero para brindar el servicio de taxi que le llena de orgullo y de gratitud, pues ese es el sustento de sus cinco nietos, quienes perdieron a su padre y madre hace más de diez años.
Pese a tener 85 años y una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), él no dejó de trabajar en esta pandemia del COVID-19. Recordó que en marzo del 2020, decenas de personas le rogaron que las llevara al hospital. “Y nunca les dije que no pese a tener miedo de enfermarme. Aquí en el carro también otros pasajeros se empezaban a sentir mal, se les iba el aire y yo les sugería ‘lo llevo al hospital antes de ir a su casa’. Unos ya se complicaron en el carro, llegaron con las últimas, pero siempre los ayudé, porque no podía irme con la conciencia de no haberles dado la mano”, recordó con algo de nostalgia.
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Además recordó que él nunca supo si tuvo o no el virus, pues en esas fechas sintió todos los síntomas del COVID-19: fiebre, escalofrío, malestar que duraron más de tres días. “Siempre me encomendé a Dios, tuve mucho miedo pero usé doble mascarilla pese a mi problema pulmonar, porque yo a veces me ahogo, y míreme, aquí estoy con su voluntad”, dice con entusiasmo el adulto mayor.
Él comentó que trabaja todos los días con todas las medidas de bioseguridad posibles. Su trabajo lo realiza en un vehículo eléctrico que le donaron de la compañía KIA Motors en julio pasado, ese lo remplazaron por uno que le entregaron inicialmente en el 2018 cuando su historia de trabajo y constancia se hizo viral en redes sociales.
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Él lo recarga de forma gratuita en uno de los concesionarios, por lo cual está muy agradecido. Pues en este momento el trabajo de taxista está algo bajo ya que muchas personas ya no salen como antes debido a la pandemia.
Ayer estaba esperando a sus clientes en una de las puertas del centro comercial con su postura dulce y amable que lo caracteriza. Con algo de timidez comentó que ahora le surgió una alergia a la piel y que pese a ser jubilado no acude a los hospitales grandes por temor a contagiarse, pues es un paciente de riesgo.
“Yo solo quiero trabajar en la paz y tranquilidad más grande. Yo estoy muy agradecido con las personas que me han ayudado, pero que sepan que no estoy pidiendo nada. Mi mayor deseo es darles un excelente ejemplo a mis nietos: la dignidad del hombre es el trabajo y si usted quiere vivir de la gente, eso no está bien”, resalta el abuelito residente del sur de la urbe.
Víctor, a más de ser conocido por sus compañeros taxistas, la comunidad de Riocentro Los Ceibos y sus pasajeros, muchos ciudadanos también lo reconocen por su trayectoria. Entre sus reconocimientos está el de Personajes destacables, Abuelo Símbolo por parte del Municipio de Guayaquil. “Primero fui el abuelo del Riocentro, luego me llamaron el abuelo de Los Ceibos y después el Municipio me nombró Abuelo Símbolo, sepan que estoy muy agradecido con todos porque cuando me dicen abuelo yo siento el cariño de las personas, eso me llena de alegría”, confesó.
Añadió que su mayor inspiración son sus cinco nietos, pues ellos le dan el amor y cuidado, más en esta pandemia que acabó con muchos amigos y conocidos de él. “Mis nietos me han cuidado en la pandemia, ellos me reciben, me dan masajes, me cuidan en la comida. Siempre digo que yo soy ellos y ellos soy yo. Son mi todo”, insiste.
Él acepta que ha sido afortunado porque ha recibido ayuda a través de muchos ciudadanos, las considera bendiciones de Dios. Y confiesa que pese a no ser adinerado, se siente “inmensamente feliz” con su vida. “Yo creo que sigo aquí porque a mí me gusta mi vida; oiga, yo puedo ser pobre pero soy feliz, ver a mis nietos todos los días, ver a mis amigos, conozco a nuevas personas muy amables, he sobrevivido a esta pandemia no sé cómo porque hubo un momento que hasta me diagnosticaron metástasis, pero mire que aquí estoy”, dice orgulloso embarcado en su carrito. (I)
Normas de bioseguridad
El abuelito del Riocentro explicó que todos los días carga su equipo de bioseguridad, más de dos mascarillas, alcohol, se lava las manos frecuentemente y ya tiene sus dos dosis de Sinovac para evitar la enfermedad grave del COVID-19. Él pidió a la ciudadanía que se siga cuidando ya que la pandemia aún no se ha acabado. (I)