Grupos familiares y de amigos disfrutaron de diversos espacios de la urbe este fin de semana, con mayor flexibilización en el cumplimiento de las medidas sanitarias anti-COVID-19. Ellos aprovecharon para visitar diversos espacios turísticos, luego de la liberación de las principales restricciones que se mantenían por el virus, mientras que persiste una tendencia a la baja en contagios y muertes desde hace varias semanas.

Esta semana, el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) nacional decidió eliminar el uso obligatorio de la mascarilla en espacios cerrados y abiertos, salvo ciertas excepciones, como en hospitales y unidades de salud, personas con condiciones agravantes y de vulnerabilidad, así como en otros espacios cerrados de concentración de personas (transporte público y aéreo, aulas de planteles educativos y espacios laborales).

No obstante, en el caso de Guayaquil, la mesa local dispuso que se mantenga la prohibición en espacios cerrados con énfasis en sitios de concentración de personas. Pero en espacios abiertos se puede andar sin el tapaboca.

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Durante la mañana de este domingo 1, los malecones, parques ordinarios y parques acuáticos congregaron a visitantes locales y extranjeros que escogieron el Puerto Principal para estos días de asueto.

Muchos disfrutaron de dichos espacios con mayor relajamiento por la flexibilización de medidas sanitarias, sobre todo el uso de mascarillas. Algunos portaban el protector en sus rostros, principalmente en sitios cerrados; mientras que otros, en lugares abiertos y en ciertas ocasiones, se removían el tapaboca.

Mery Yaselga, turista que llegó de Quito, disfrutó tomando fotos a varios familiares que llegaron hasta la zona de la plaza Rocafuerte, en la av. 9 de Octubre. En ese punto, ella se retiró y colgó una mascarilla de tela mientras captaba a sus allegados con el fondo de la pileta de esa zona. “Ha habido muchos cambios”, comentó la visitante sobre su retorno a la ciudad luego de varios años.

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En su visita, ella también aprovechó para conocer la Aerovía y el parque de las Iguanas. En caso de evidenciar aglomeración de personas, ella contó que procuraba usar doble protección; otra mascarilla tenía en su cartera para ello.

Familias aprovecharon para pasear en corredores del malecón Simón Bolívar. Foto: El Universo

Mireya Enríquez, residente de Machala, también visitó con su familia a las iguanas del parque Seminario. Luego se dirigieron hacia el Parque Histórico Guayaquil, situado en La Puntilla, para observar las casas antiguas y el área de animales de ese espacio.

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Ella también paseaba por áreas verdes del parque Seminario con la mascarilla retirada, por sentirse más segura.

La mañana de ayer, ese parque tenía un solo ingreso, con un guardia que advertía sobre la importancia del uso de mascarilla; aunque en el interior había grupos familiares que, al no encontrarse en cercanía de otros, se quitaban el protector para tomarse fotos o transitar en espacios donde no había otras personas desconocidas.

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En los malecones también hubo decenas de concurrentes. Allí, Danny Zambrano, que se desempeña como custodio, aprovechó la visita de su familia, que llegó desde El Empalme (Guayas), para caminar al pie del río Guayas y luego hacia las escalinatas del cerro Santa Ana y el faro.

“En lugares abiertos me siento mejor, como andamos nosotros cuatro... Pero en lugares cerrados o donde haya muchas personas me la coloco”, comentó el hombre, que cargaba entre sus pertenencias la mascarilla, en compañía de su esposa, Grace, y sus dos hijas, de 8 y 2 años.

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Asimismo, en el parque acuático de la Juan Montalvo, un grupo de veinte infantes disfrutaba de los juegos de la piscina. Allí, el panorama era variado: algunos padres usaban el protector facial y otros tenían guardado dicho artículo.

Niños y niñas disfrutaron de parque acuático en la coop. Juan Montalvo, en el norte de Guayaquil. Foto: El Universo

“Me sentí más confiado, y por eso la traje”, comentó Hairon Guerrero, que llevó a su hija Briana, de 5 años, a ese espacio recreativo.

Asimismo, Débora, de 7, y Génesis, de 8, fueron llevadas por su abuela Narcisa Fajardo hasta el parque. Allí, llevaban al menos tres horas disfrutando de los juegos de la piscina, antes del retorno a las aulas de clase. (I)