Andrea Mendoza tardó 20 minutos en tomar un bus de la línea 131 para dirigirse desde la avenida Francisco de Orellana, sector de Las Orquídeas, hacia la plaza comercial Polaris, donde trabaja.
Pasadas las 09:00 la usuaria expresó su preocupación, pues a esa hora debía estar ya en su lugar de trabajo, pero seguí esperando el bus.
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“La verdad yo no sabía de esto, ahora tendré que ver cómo llegó al trabajo”, expuso ella.
Desde la mañana de este martes 9 de noviembre, los transportistas urbanos de Guayaquil decidieron operar solo con el 50 % de las 2.650 unidades que hay en la ciudad. Decenas de unidades se estacionaron a los costados de cuatro avenidas principales de la ciudad: Barcelona, Orellana, Isidro Ayora y 25 de Julio.
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Esto, como una medida de protesta, entre otras cosas, por la fijación del precio del galón del diésel en $ 1,90, costo que, según ellos, les afecta en sus ingresos.
Por eso los transportistas piden un alza del pasaje, algo que en principio ha sido descartado por la alcaldesa Cynthia Viteri.
Esta “racionalización” (como dice el gremio) de las unidades ha causado afectación a los usuarios del transporte público, muchos pasajeros desconocían de la medida y les tomó por sorpresa la espera prolongada por una unidad o que los buses que pasaran no los recogieran.
Aquello ocurrió, por ejemplo, en la avenida Francisco de Orellana, a la altura del redondel de Las Orquídeas, donde María Carbo esperaba la 63-A. Vio pasar dos buses de esa línea vacíos, el tercero la recogió.
A lo largo de la vía a Daule algunos expresos escolares (furgonetas y busetas) dieron servicio a los pasajeros ante la medida de los transportistas urbanos.
Los taxistas informales también aprovecharon la oportunidad para dar servicio a quienes tenían afán por llegar a su lugar de trabajo.
Esto se evidenció en el sector del parque industrial de la vía a Daule, donde hubo personas que caminaron amplios tramos para llegar a las empresas donde laboran. (I)