Guayaquil tiene un proceso de producción que contabiliza un agua facturada del 53 %, mientras el restante 47 % no.
Este porcentaje del 47 % de agua no contabilizada o también conocida como no facturada está desagregada por robos, fallas técnicas (fugas) y mantenimientos de reservorios.
De ese último porcentaje, el 25 % de esa agua no facturada tiene relación con robos directamente que se relacionan con conexiones irregulares en domicilios, industrias y además por grupos de delincuentes.
Publicidad
Juan Carlos Bernal, director de Operaciones de Interagua, explicó que el agua no contabilizada es un indicador que se usa a nivel internacional para medir el nivel de pérdida.
En 2021, Interagua ingresó a encargarse de la concesión del servicio y había un porcentaje mayor de agua no facturada que alcanzaba más del 80 % y además sectores vivían con discontinuidad de servicio. Esto último ocurría en determinadas áreas de la zona sur.
Ahora, Bernal resaltó que el porcentaje ha bajado el nivel de pérdida por un trabajo fuerte para regulación de presiones y cambio de tuberías.
Publicidad
“Es un hito importante, seguir bajando implica rehabilitar más tuberías y acciones ligadas a recursos, al día de hoy esa continuidad que tenemos nos asegura un servicio relativamente bueno”, destacó.
En ciudades de Europa, citó, tienen más recursos disponibles y se llega a un 20 % de pérdida, y en Latinoamérica, entre rangos que pueden fluctuar del 30 % al 60 %.
Publicidad
“Todavía estamos altos en esa media, la idea es seguir trabajando en estos y está ligado a los recursos disponibles”, destacó.
Los robos amenazan sistema
El factor de pérdida por robo ha sido constante, sin embargo, en los recientes dos años, sobre todo en 2024, ha tenido un incremento “significativo” sobre todo en zonas del noroeste, isla Trinitaria, ciertas zonas del Guasmo y otras áreas conflictivas.
En esta práctica de robos se incluyen varios escenarios, como un medidor modificado y conexión al tubo por parte de un tercero sin que sea reportada a la entidad prestadora del servicio.
En ciertos sectores complejos en términos de seguridad resulta complicado entrar, lo que además genera problemas para la facturación, que ha hecho caer el nivel de cobranza de 98 % a 97 %, explicó Ilfn Florsheim, vocera de Interagua.
Publicidad
En esa merma, otro factor se atribuye a que los mismos pobladores de las zonas vulnerables tienen dificultades para cancelar valores a pesar de beneficiarse de subsidio cruzado.
En caso de alertas de una conexión clandestina en zonas conflictivas hay complicaciones. Pese a que se dan acciones correctivas en sitio, las personas se vuelven a conectar al poco tiempo del retiro de los funcionarios.
“Aquí es un trabajo mancomunado de todos para reducir los índices delictivos, para recuperar el tejido social, hay muchas cosas que hay que hacer desde distintos sectores que son los problemas de toda la colectividad”, dijo.
“Aquí es un trabajo mancomunado de todos para reducir los índices delictivos, para recuperar el tejido social, hay muchas cosas que hay que hacer desde distintos sectores que son los problemas de toda la colectividad”, detalló Florsheim.
Es conocido, además, que hay grupos irregulares que realizan el cobro del agua a la gente. Hacen las redes clandestinas y reparten el líquido a los pobladores, refirió.
Para ello, explicó que hay sectores que todavía no tienen redes, como Ciudad de Dios, donde Interagua solía entregar agua por tanqueros, pero ahora ya no necesitan porque hay ”redes clandestinas" ofrecidas aparentemente por antisociales. Se desconocen montos pedidos, sin embargo, las pérdidas son cuantiosas.
Trabajos hechos para evitar pérdidas por daños
En 2001, según el gerente, el escenario de Guayaquil evidenciaba un deterioro del servicio de agua potable.
“La ciudad era como un plato de spaghetti: todos los tubos estaban conectados, sin una forma de poder entender”, explicó, al recordar la época del 2001.
En esa época cuando se daba una rotura de tubería se cerraba toda la ciudad, se la dejaba sin agua. “Hoy tenemos sectores que se aíslan con válvulas, colocamos medidores a la entrada de esos sectores, monitoreamos el agua que entregamos y cruzamos con la facturación en la zona”, destacó.
Dentro de las acciones empleadas para bajar el nivel de agua no contabilizada, el director destacó que se aplicó un plan de sectorización, con micro y macroáreas.
Ahora la urbe tiene alrededor de más de 1.000 sectores hidráulicos, que se dividen por colores.
“Es un hito importante, seguir bajando implica rehabilitar más tuberías, y acciones ligadas a recursos, al día de hoy esa continuidad que tenemos nos asegura un servicio relativamente bueno”, destacó.
De esta manera se permite mapear una zona cuando un valor se dispare en el consumo y, con base en los registros y análisis de patrones, se puede inferir cuando se asocia a pérdidas físicas, por fallas de tubos, o cuando es robo.
Actualmente, la urbe, que alcanza unos 3,7 millones de habitantes, cuenta con el 90 % de la población con agua por tubería, tomando en consideración que en recientes años se sumaron poblaciones aún no constituidas del noroeste.
Con el proyecto del quinto acueducto se prevé cubrir la totalidad restante.
Monitoreo de alertas incluso con IA
Florsheim resaltó que todo el sistema de agua potable de Guayaquil está monitoreado, incluyendo redes y reservorios, así como el consumo continuo en la red.
En la medida que se avanza en tecnificación, dijo, el proceso de arreglo de redes permite reducir los indicadores de agua no facturada, mientras a la par se invierte en poner redes nuevas, sectores, y la sectorización.
“Hoy hay muchos lugares de la ciudad que tienen sensores y en la sala de control nos destapan alertas y podemos ir más rápido a una fuga, entonces la pérdida de agua también disminuye”, expuso ella.
En tema de pérdidas comerciales concernientes a robos domiciliarios o industriales, agregó que hay uso de inteligencia artificial (IA) para seguir la pista. En el sistema se nota dónde están los mayores consumos u horas extrañas de uso de agua, y aquello se lo puede comparar con valores comerciales de uso histórico.
“Tenemos tecnologías predictivas que nos permiten identificar dónde nos están robando agua y poder encontrar esas vías clandestinas”, expuso Florsheim.
En atención a inconvenientes, el gerente indicó que hay equipos que tratan de ingresar a hacer campañas de atender fugas o problemas y también mapear usuarios para detectar quiénes no están en el registro. (I)