El auxiliar de enfermería, pieza clave en la atención de pacientes con COVID-19

Con mucha valentía y amor al oficio, cuatro auxiliares de enfermería compartieron a este Diario sobre sus experiencias en esta labor, sobre todo en los últimos meses que fueron decisivos para salvar muchas vidas por la pandemia del COVID-19 en Guayaquil.Ellos recordaron que sintieron la vocación de servicio y que en la práctica sus pacientes son su alegría del día a día pues observar su recuperación, ser testigos de que vencen la enfermedad es emocionante hasta las lágrimas.Hoy, Día del Auxiliar de Enfermería, se los conmemora con actividades de agradecimiento en hospitales y entidades locales como en el Luis Vernaza. Alexandra Castañeda: Tuve temor al enfrentar esta crisis sanitaria y lo vencí por mis pacientes Alexandra tiene 12 años laborando como enfermera en el hospital Luis Vernaza. Contó que siempre le gustó la enfermería y que cuando era niña hasta se vestía de enfermera. Su trabajo, como el de sus compañeros de oficio, consiste en medir signos vitales, cambiar a los pacientes, mandarlos al quirófano, mandar medicación a las salas y hacerles el aseo. Este es su testimonio:“Durante esta pandemia estuve y estoy trabajando 24 horas con pacientes COVID-19, con descanso de 3 días. Los últimos meses han sido críticos, emotivos. Las familias de estos pacientes están mal, lloran... incluso cuando los dejan se ponen tristes porque ya no los ven más, no los dejan pasar. A pesar de todo hace unos días sentí mi corazón superemocionado.Había un paciente COVID-19 que lloraba y lloraba porque pensaba que la esposa ya había muerto por el virus. Le pregunté por qué lloraba y me dijo que necesitaba una llamada. Le dije que le iba a regalar una, pero que se quede tranquilo y que coma porque no quería comer. Bueno, entonces él comió, le regalé la llamada y lo puse en altavoz como medida de bioseguridad. Le dije a la esposa, “estamos llamando de parte del señor que está aquí hospitalizado”, y me dijo “claro, sí, sí, amiga dígale que estoy bien”.Y ahí nos pusimos a llorar ambos. El señor le dijo: 'mija, cuídate, aquí está la licenciada que me cuida muy bien'. Él me agradeció muy emocionado y yo jamás olvidaré eso, me conmovió. Al inicio tuve miedo enfrentarme a la pandemia, pero ya no, no nos rendimos por nuestros pacientes. Claro que también hay casos en que no logran ganar la batalla, es triste verlos partir, nos toca identificarlo y embalarlo con todos protocolos”, lamentó. Jean Carlos Paredes: Trabajo con bebés recién nacidos, es mi vocación “Mi trabajo es recibir al bebé que recién nace, ponerle unas gotitas oftálmicas, ayudarle al médico a tomar las medidas del tórax y el abdomen, asear y darle calor a los bebitos que nacen de bajo peso. En estos últimos meses me tocó estar presente en una cesárea de una señora con coronavirus. Me alisté, entré a la paciente al quirófano, justamente antes de ingresar a ese turno me habían vendido un traje de bioseguridad, de esos de astronauta, como le llama la gente. Me puse toda mi protección de bioseguridad y por suerte el niño que nació era a término, un niño grande, fuerte… pero que en este caso el bebé no podía estar con la mamita, por lo que necesitaba de nuestro cuidado.Durante la pandemia en el trabajo hacía falta el personal, porque estaban delicados de salud o eran muy vulnerables al COVID-19, eran mayorcitos de edad y no podían asistir. Esto provocó que los auxiliares tengamos más tiempo de atención al paciente que regularmente se da. Hubo miedo e incertidumbre, pero la atención se dio con calidad a nuestros pacientes pese a todo. Igual como todos viví días de angustia ya que como todos los días estaba en dos hospitales y en algunos casos con pacientes COVID-19, temía por mi familia. Sin embargo, todo ha salido bien y seguimos dando lo mejor, dijo el joven. Yadira Triviño: Tuve miedo de perder a mi mamá, paciente de diabetes y de COVID-19 La auxiliar de enfermería Yadira Triviño indicó que sintió depresión ya que pensó que podría perder a mi mamá que es diabética al inicio de la pandemia; sin embargo, pudo controlar la situación y ahora sigue trabajando de forma particular. Este es su relato:“En mi caso, trabajo con una señora de 88 años que padeció una trombosis y como pasa en una silla de ruedas se estresa, así que también trato de darle amplitud para que se sienta bien. Ahora que fue la pandemia, en un momento desmayé. Pensé que mi mamá se me podía ir y que de pronto yo no podía hacer nada. Mi madre es diabética, se le formó una úlcera y además que tuvo los síntomas del coronavirus. Me asusté mucho, mi mamá se quejaba… es diferente a trabajar con una persona de afuera que con tu madre. Tocó armarse de valor y tratar de seguir el protocolo lo mejor posible para acercarme a ella y darle la medicación que necesitaba. Me ponía guantes, mascarilla y un gorro y ahí pasaba al cuarto de mi mami. Le limpiaba la herida. Le decía mamita te quiero, mamita te amo, ya sabes que me tengo que retirar porque no me puedo quedar mucho tiempo a tu lado, pero fuerza y valor, que de esta salimos. Con el favor y la misericordia de Dios pudimos pasar eso y mi viejita está tranquila ahora.Son tantas cosas las que vive el auxiliar de enfermería. Trabajé con niños pequeños en dos instituciones como la Maternidad Enrique Sotomayor y el Hospital de la Mujer. Ahora lo hago de forma particular, pero con la misma vocación y amor. Me gusta ver la evolución de la persona que cuidas es satisfactorio, tanto como para mí como auxiliar, como para quien te contrata para cuidar al paciente”, expresó ella. Raquel Landeta: Estuve 25 días internada con mi nieta prematura por COVID-19 Raquel Landeta padeció una dura prueba en que su rol de auxiliar de enfermería fue fundamental. Ella padeció 25 días en el hospital Roberto Gilbert cuidando a su hija que nació prematura de 32 semanas ya que a su hija le dio insuficiencia respiratoria por COVID-19.Esta es su historia y reflexión: “Yo tengo 8 años graduada como auxiliar de enfermería, pero 20 años de experiencia ejerciendo este oficio. Siempre le he dedicado el corazón y todos los cuidados a mis pacientes. Y en los últimos meses tuve una prueba muy dura porque a mi hija le dio COVID-19, se puso muy muy mal porque le dio insuficiencia respiratoria y se le adelantó el parto a las 32 semanas. Mi nieta nació prematura el 29 de marzo, tuve que vivir en el hospital Roberto Gilbert. Ella estuvo en terapia intensiva 25 días. Yo estuve con ella. Mi hija estuvo recuperándose de su cesárea y del virus. En mi trabajo en el Hospital Luis Vernaza, me dieron permiso para poder asistir a mi familia. Gracias a Dios ahora todos estamos muy bien, mi nieta está con buen peso, bien de salud. Luego al regresar a mis labores al Hospital Luis Vernaza me tocó vivir momentos muy tristes. Me sentí impotente no podemos dar más de lo que ya damos como equipo. Es una pandemia que desbordó la posibilidad a nivel mundial, no sabíamos cómo reaccionar. Me sentí feliz también al ver cómo pacientes se curaron, cómo estuvimos juntos como equipo médico. Cada paciente es un mundo y nosotros buscamos darle la mejor atención, ser sus amigas, hasta sus confidentes en algunos casos. Este servicio es mi pasión, estoy orgullosa de lo que hago con todo mi corazón”, contó Landeta. (I)

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