Cecilia Barrera buscaba matricular a su hija menor, Rosa, quien pasará a quinto año de la Unidad Educativa San Ignacio de Loyola, en la Nueva Prosperina, en el noroeste de Guayaquil. Se ubicaba, con un grupo de madres, en los exteriores de la oficina del rectorado, donde resalta una placa de agradecimiento de la primera promoción graduada allí.