“Nadie sufre cuando muere un policía, pero cuando muere un delincuente, arte Troya… A la gente le cuesta creer en los policías. La cuadra defiende a sus delincuentes…”.

La cotidianidad urbana más dura es parte de los diálogos de Una película de policías, producción dirigida por Alonso Ruizpalacios que deambula hábilmente entre los géneros del documental, el reality y la ficción para mostrar el supuesto ambiente de corrupción y frustraciones que envuelve a dos agentes dentro de la policía municipal de Ciudad de México.

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La cámara sigue, primero, la vigilancia en patrulla de María Teresa Hernández Cañas, gendarme que hace 17 años ingresó en el cuerpo policial motivada por emular la profesión de su padre machista, quien al inicio no aprobó la decisión. Desde la primera escena podemos ver que la calle sabe entregarle ciertas satisfacciones producto de su sincera vocación por defender el orden público, aunque también la involucra en situaciones que considera decepcionantes, pero cargadas de la normalidad que ella siente que debe asumir como parte de la profesión, como los sobornos y la falta de equipamiento.

La narrativa luego se enfoca en las actividades de José de Jesús Rodríguez Hernández, mejor conocido como Montoya, quien escogió el mismo trabajo de su hermano mayor, a quien siempre había admirado desde que visitaba la casa acompañado de sus compañeros uniformados. Esa decisión también lo ayudó a alejarse de una vida que posiblemente lo habría convertido en un antisocial, tal como efectivamente ocurrió con vecinos del peligroso barrio donde creció.

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‘Una película de policías’, en Netflix. Foto: El Universo

Este trabajo premiado en el Festival Internacional de Cine de Berlín, que bien podría etiquetarse como cine de autor, manipula la experiencia del espectador al trasladarlo por sensaciones que podrían sentirse placenteramente incómodas, por lo cual no podemos dejar de observar por aquello que transmiten, haciendo buen uso de las estrategias del cine de realidad –que se enfoca en seguir a sus protagonistas– para desnudar la desconfiada relación entre los agentes y la ciudadanía.

Pero Ruizpalacios, quien escribió el guion junto con David Gaytán, hace mucho más: profundiza su diálogo con la audiencia a través de giros insospechados que alteran totalmente el sentido de la narrativa para finalmente dirigirla hacia un gran conflicto cargado de corrupción y podredumbre social que, al parecer, inspiró toda esta producción de Netflix.

Los verdaderos protagonistas van apareciendo dentro de una historia impredecible que a ratos funciona como un oscuro canto coral que parece involucrar a toda una sociedad, por lo cual merece ser observada con detenimiento. (E)