Durante los años 90 hubo una especie de revolución sexual en el entretenimiento por parte de las mujeres: en películas, programas y series de televisión sus personajes empezaron a hablar abiertamente sobre el sexo casual, de forma liberadora y aparentemente sin tabúes.
Elaine Benes, de Senfield (1989 - 1998) fue una de las pioneras en admitir que las mujeres fingen orgasmos (después de la icónica escena del restaurante de Cuando Harry encontró a Sally..., 1989), además de hablar con sus amigos hombres de sus preferencia en anticonceptivos y de fantasías sexuales.
Luego llegó Friends (1994 - 2004). Monica Geller fue la primera en una sit-com en tener un encuentro casual en una primera y única cita (en el episodio piloto), una decisión que los creadores temieron les iba a traer la cancelación de la serie (ya sabemos que no fue así). Y al menos en las primeras temporadas, sus amigas Rachel y Phoebe (todas veinteañeras) no solían ser tímidas para compartir el desempeño de sus parejas en la cama (recuerden a Paolo).
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Carrie Bradshaw, la ‘reina’ de la liberación sexual femenina
Esa misma década vio nacer a la más vocal de todas por el sexo: Carrie Bradshaw, la estrella de Sexo en la ciudad (1998 - 2004). Desde el título nos dejan claro a qué atenerte: la sexualidad estará en la mesa en cada episodio.
Carrie es una especie de alterego de la escritora estadounidense Candace Bushnell, quien escribía la columna Sex and the city (para el The New York Observer), sobre su estilo de vida y el de sus amigos, así como sus aventuras sentimentales, en la misma Nueva York que la de sus sucesoras. Las columnas se convirtieron en un libro que fue el origen de la serie de televisión con el mismo nombre.
El personaje que dio vida la actriz Sarah Jessica Parker, y al que hoy le dice adiós, irrumpió la pantalla chica con su cabello frondoso, saltaditos para apurar el paso y su fascinación por los zapatos de diseñador un 6 de junio de 1998. Fue una apuesta arriesgada, pues las series gringas suelen estrenarse alrededor de septiembre, al final del verano, y no a mediados de año, cuando inicia dicha estación.
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El primer episodio de Sexo en la ciudad
Dicho piloto fue algo más, si nos ponemos a recordar. A pesar de que realmente no marcó el tono del resto de la serie, sí nos dejó las escenas fundamentales que dieron la pauta a sus solteras protagonistas: Miranda exitosa, pero insegura en las relaciones; Charlotte obsesionada con encontrar el esposo perfecto; Samantha cambiando de pareja como que cambia de cal...zado; Carrie experimentando en el nombre del sexo y el amor. Y Mr. Big entrando en escena para toda la vida (o hasta que la muerte los separe, su sentencia en And just like that...)
De hecho, se nos mostró una Carrie más arriesgada, tomando la iniciativa aunque por primera y última vez (con un ex que le había pisoteado el corazón). Además, la protagonista lucía otro estilo de cabello, más corto, más rizado, más castaño; rompía la cuarta pared, algo que parecía ingenioso y divertido al mismo tiempo. Y cada momento de introspección venía musicalizado con un jazz melódico y melancólico.
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Boom, en el siguiente episodio todo eso desapareció. Pero nos quedó la Carrie (rubia, como la del intro) hambrienta de amor verdadero, entusiasta por el calzado de tres cifras y curiosa por la extravagante vida sexual de todo aquel que se digne a contarla (y no necesariamente la de ella).
No todos han logrado empatizar con Carrie, especialmente las nuevas generaciones, que la encuentran supremamente tóxica y equivocada. Pero si no hubiera cometido algún error en su vida, entonces nunca hubiera habido historia qué contar. Lo cierto es que se convirtió en uno de los personajes más icónicos de una época cuando las mujeres empezaron a hablar de su vida íntima en una cafetería o restaurante, como quien habla de lavar los platos o hacer las compras del supermercado. Y eso nadie puede quitárselo. (E)