Es una realidad: la pandemia ha afectado las relaciones internas entre los miembros de las familias que han debido afrontar, por ejemplo, confinamiento, hastío, aburrimiento, trabajo y clases virtuales, desempleo y demás situaciones que pueden causar agotamiento emocional. Como una ayuda para remediarlo, el colectivo Crónicas de Cuerpos, liderado por la actriz guayaquileña Rossana Iturralde, está ejecutando el proyecto Teatro para jóvenes y adultos, una opción lúdica y sicoterapéutica en tiempos de COVID.

“La idea es que los talleres puedan ayudar a las personas a conocer técnicas de respiración, relajación, para entrar en una dinámica diferente que solo la práctica del teatro (artes escénicas) puede lograr, a través de ejercicios lúdicos que les permiten a las participantes tomar distancia con los problemas generados por el confinamiento y de esta forma poder enfrentarlos más adecuadamente”, indica Iturralde sobre esta iniciativa auspiciada por la Dirección de Cultura de la Alcaldía de Guayaquil.

El proyecto comenzó el 12, 13 y 14 de enero con la exhibición virtual de la obra La edad de la ciruela, del dramaturgo Arístides Vargas, con la actuación y dirección de Iturralde y de la actriz quiteña Nadyezhda Loza, que llegó a unas 940 personas en total, entre alumnos, profesores y directivos de tres unidades educativas seleccionadas.

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Obra ‘La edad de la ciruela’, del dramaturgo Arístides Vargas, con la actuación y dirección de Rossana Iturralde (izq.) y la actuación de la actriz quiteña Nadyezhda Loza. Foto: cortesía. Foto: El Universo

Esta obra fue escogida porque presenta situaciones muy cercanas a las de cualquier familia latinoamericana o ecuatoriana, con conflictos inherentes a sus relaciones interpersonales. Así los espectadores podían reflexionar durante el foro sobre las similitudes con sus propias vidas, explica Iturralde, quien con esa obra ganó el premio ATI 2018 en Nueva York a mejor actriz en gira.

Luego de la función se efectuó un foro de socialización con los espectadores, quienes al final fueron invitados a participar en la segunda etapa del proyecto.

Esa segunda fase fue otro taller dictado entre el martes 18 y el lunes 24 de enero a 43 personas, entre jóvenes y adultos, para ejercitar trabajos de sensibilización, integración, desarrollo de la creatividad, de la imaginación y conocimientos técnicos para crear situaciones y personajes teatrales.

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“Cuando se empieza a trabajar con un grupo de personas que no han tenido relación con el teatro, los ejercicios y juegos que se utilizan tienen como objetivo principal que los participantes tomen conciencia de sus cuerpos, de sus posibilidades de expresión, lo cual implica un constante aprendizaje y reconocimiento de sí mismos y de sus compañeros talleristas”, explica Rossana.

“Al partir de allí se puede entrar en una dimensión distinta, que es el camino hacia el desarrollo de la imaginación y la creatividad, con ejercicios muy lúdicos que además de divertirlos los ayudan a encontrar una dimensión onírica en la que descubren otros ritmos, matices, sonidos que emergen de sus mundos interiores y que se han acumulado sin estar totalmente conscientes a lo largo de sus vidas y experiencias sensoriales”.

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Taller virtual de Rossana Iturralde (arriba, centro) dentro del proyecto Teatro para jóvenes y adultos, una opción lúdica y psicoterapéutica en tiempos de COVID. Foto: cortesía. Foto: El Universo

Finalmente, 26 talleristas fueron escogidos para ser parte de un módulo de seis semanas de duración, que se inició el martes 25 de enero, para enfocarse en técnicas teatrales con el objetivo de crear escenas inspiradas en las vivencias personales surgidas durante el proceso.

“Estamos en etapa de creación de movimientos que van construyendo secuencias corporales en cada participante, partiendo de impulsos que dan lugar a la creación, de tal manera que cada tallerista encuentra su poética personal, su manera de narrar historias que aparecen espontáneamente, sin imposiciones de parte de la dirección, que se convierte en una guía para que cada intérprete encuentre lo suyo, lo íntimo, lo personal”, dice la directora.

Como parte final de este proceso, cada tallerista presentará historias de poéticas corporales a través de sus movimientos, con desplazamientos e interrelaciones con sus compañeros. “Son historias que nacen de impulsos motivados a través de ejercicios que ayudan a liberar energías. Entre los más pequeños se contarán historias fantásticas que se entrelazarán con las historias de sus otros compañeros”.

El proyecto concluirá con representaciones virtuales a través de las redes sociales y de los canales que establezcan los centros educativos a los que cada tallerista pertenece. Y cada historia buscará ser una motivación para, a través del teatro, reducir el estrés en estos tiempos de pandemia. (I)

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