Por María de Lourdes Falconi Puig

Se abre el telón, uno sui generis… más bien una gran cortina de material plástico translúcido, como el que se usa en una central de esterilización; o un velo que se descorre para dejarnos ver lo que sucede en un ambiente frío y despersonalizado, donde dos personajes vestidos de blanco, el médico y el enfermero, sostienen un diálogo aparentemente trivial al tiempo que escuchan la transmisión radial de un partido de fútbol. Ellos esperan una llamada que tiene relación con sus operaciones, mientras en una cama envuelta en celofán, una mujer duerme.

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La canción de la liebre, escrita por Arístides Vargas, dramaturgo argentino radicado en Ecuador desde la década del 70, toca la sórdida actividad del tráfico de órganos, haciendo parangón con la caza menor, donde los más vulnerables son presa fácil de una abyecta organización que comercializa con la vida humana: “Son niños de la calle y la calle es de nadie”.

Las sólidas interpretaciones de los actores Alejandro Fajardo (el Médico) e Itzel Cuevas (el Enfermero), nos llevan a sustraer la anécdota de la categoría de leyenda urbana para enfrentarnos a una realidad descreída. Los personajes, desconectados de la dimensión emocional, están inmersos en una corriente mercantilista desprovista de sentido ético o compasión… que puede leerse también como una imagen hiperbólica de la realidad cotidiana que vivimos en las distintas esferas de la sociedad en estos días, donde unos actúan como depredadores, desmembrando a otros para acumular capital, mientras otras se hacen las dormidas por comodidad, sin hacer preguntas.

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El Enfermero (interpretado por una actriz, aquí la dualidad) tiene un atisbo de luz… un movimiento de consciencia, pero se lava las manos y el ciclo continúa.

¿Cómo pudimos llegar a esto? Pregúntale al perro del médico/carnicero… Pregúntale es su nombre. Desensibilizado por la práctica de su oficio, justifica su proceder por la creencia en una teoría que defiende la superioridad del hombre sobre las demás especies por el uso de la razón. El Médico divaga: “El perro parecía razonar…”. No, el perro siente.

El verbo ‘sentir’ es la ausencia que se manifiesta en esta obra, dirigida por Sebastián Sánchez Amunátegui. En sala por el mes de octubre en Estudio Paulsen.

Ficha artística:

Texto: Arístides Vargas

Dirección: Sebastián Sánchez Amunátegui

Intérpretes: Alejandro Fajardo, Itzel Cuevas, Pamela Sambrano, Michelle Zamudio, Allison Mieles

Producción: Alejandro Fajardo/Estudio Paulsen

Espacio: Estudio Paulsen

Formato: Teatro

Género: Drama

Duración: 60 minutos